A mí me encanta el espíritu navideño, la estética navideña. Nada mejor que una casa bien adornada de rojos y verdes, la chimenea encendida, y una película navideña. Aunque sea Qué bello es vivir doscientas veces visionada. Y siempre me dan ganas de decir: "¡Feliz Navidad, señor Potter!", aunque el señor Potter sea un capullo.