Tema: Otros que muerden el polvo: cierran los Cinesa El Muelle (Las Palmas de GC)

No hace mucho que espontáneamente pisoteé un hilo abierto por Tripley sobre la película francesa Una bonita mañana. Lo hice al ver que, por enésima vez desde ya hace años, una ciudad de 380.000 habitantes como Las Palmas de Gran Canaria quedaba fuera del circuito de pantallas que proyectaban algo más que las películas super-mega-taquilleras de dragones, magos, asesinos a sueldo o superhéroes. Quedaban fuera The quiet girl, Una bonita mañana, El imperio de la luz, Crónica de un amor efímero, Aftersun y tantas otras.
Es una tendencia que se aceleró de forma frenética después de la pandemia. Los únicos cines que proyectaban un tipo de cine medianamente distinto (Multicines Monopol) cerraban definitivamente en 2021 al no poder hacer frente a las exigencias de restricción de aforo que el COVID exigía. Trataron de mantener el negocio casi un año después del confinamiento, pero la situación iba de mal en peor. Una buena parte de su público (mucha persona mayor de 60 años) huía de las salas y los pocos que asistíamos no éramos suficientes para mantener este negocio abierto.
Quedaron las multisalas de los centros comerciales pero hoy han anunciado que una de ellas, los Cinesa del Centro Comercial El Muelle, cierran también.
Estas eran unas salas que hasta 2007 ó 2008 funcionaron de forma modélica. Buenas y espaciosas salas, correcta calidad de imagen y sonido, taquillas separadas de los bares y con taquilleros propios... Hacia 2008 las cosas empezaron a ir mal. Los precios subieron inopinadamente producto de la inflación de la época. La compra incluso por internet era casi imposible: se pagaba un recargo que lo hacía más caro. La crisis económica era cada vez más profunda, los usuarios empezaron a disminuir y aquello se disolvía como un azucarillo en medio de un centro comercial horriblemente mal gestionado, con plantas enteras vacías. Para ver. Por esa época también abrieron los Yelmo Las Arenas y el efecto de la competencia era evidente.
Todo se degradó. Disminuyó el personal hasta el mínimo indispensable. Cerraron las taquillas y abandonaron a su suerte las salas. En ellas me pasó en esos años todo tipo de sucesos: películas sin sonido, sillones completamente desgarrados, proyecciones fuera de la pantalla o proyectores que emitían una imagen lamentable, sin contraste ni definición. Era muy triste lo que veía y llegué en 2015 a poner en el hilo de Manchester frente al mar varias imágenes de los despropósitos:

Dejé prácticamente de ir allí, pero un año antes de la puñetera pandemia enderezaron su rumbo. Bajaron aún más los precios, adecentaron las salas y empezaron a proyectar de forma regular en VOSE películas de todo tipo, aunque sin salirse del cine comercial normalmente. Dejaron de cometer errores graves de proyección y todo parecía que podía terminar bien. Volví a ser cliente asiduo de estas salas.
Y en eso llegó la pandemia.
Tras la vuelta de nuevo empezamos a ver cosas que no iban bien. Dejaron de funcionar las escaleras mecánicas de bajada a las salas, cerraron uno de los dos baños de hombres y el deterioro del establecimiento era ya muy evidente. Manchas en la moqueta de las escaleras que nunca se limpiaban, otra vez errores de proyección... Una de las últimas que vi allí -Almas en pena en Inisherin- comenzó sin sonido. Tuve que ir a protestar subiendo por unas escaleras mecánicas paradas, algo surrealista. Y aún así seguía yendo porque era prácticamente mi única opción para poder ver películas en versión original.

Hoy todo eso, para bien o para mal, se acabó. El 1 de mayo cierran sus puertas y, teniendo en cuenta el desolador panorama de los cines a los que asisto desde 2021, pocas esperanzas tengo de que algún inversor quiera hacerse cargo de un negocio que no sé si tiene capacidad para hacer frente a los nuevos retos del entretenimiento.
Siento la parrafada, pero hoy se van por el sumidero casi veinte años de recuerdos cinematográficos y hoy hay diez salas menos de cine en mi ciudad.