Los Amantes de Louis Malle
Los Amantes es una película apasionante; no es una obra maestra porque no está completamente dominada, sino que es libre, inteligente, de un tacto absoluto y de un gusto perfecto; va avanzando con la espontaneidad de las antiguas películas de Renoir, es decir, con la sensación de que las cosas se nos van descubriendo al mismo tiempo que al cineasta, en lugar de verse antecedidos o rodeados por él.
El amor es el tema de temas, especialmente en el cine, donde el aspecto carnal es indisociable a los sentimientos. Louis Malle ha realizado la película que todo el mundo lleva en el corazón y sueña con concretar: la minuciosa historia de un amor a primera vista, el ardiente “contacto de dos pieles”, que no se revelará hasta mucho más tarde como “el intercambio de dos fantasías”.
Muy superior a Ascensor para el cadalso, Los Amantes supera igualmente a Y Dios creó a la mujer, a El Bello Sergio, a De espaldas a la pared, y aparece como el mejor film ofrecido por un “menor de treinta años”.
El acto sexual no puede ser mostrado en el cine porque se daría una brecha demasiado grande entre lo abstracto y lo concreto, es decir, una incomunicabilidad entre la inspiración del cineasta y la presentación visual de su idea; sería al mismo tiempo feo y abusivo, pero de la misma manera – al menos – que también son feas y abusivas las lágrimas que derrama un niño pequeño frente a su globo rojo porque se le explotó en la acera. La censura se encarga del primer caso pero no del segundo, simplemente porque está mal hecha y además compuesta por personas que desconocen la moral estética, que es la única que cuenta.
Lo que le interesa por tanto al cineasta es mostrar, con la mayor veracidad posible, aquello que sucede ANTES y DESPUÉS del amor, es decir, en el momento en que los dos miembros de la pareja se nos presentan, humanos de pleno derecho, en la perfecta concordancia de los cuerpos y las almas. El cine francés nos ha negado durante años esa verdad, sustituyéndola por la vulgaridad alusiva y la mezquindad sutil que tanto éxito le reportan a nuestro teatro de bulevar.
Si bien Y Dios creó a la mujer debía ser defendida por constituir el primer esfuerzo real hacia un reflejo fiel del amor en el cine, el defecto de la primera película de Vadim (que ahora ya se puede señalar puesto que Malle lo ha esquivado) era el de alejarse en ocasiones del aspecto carnal en favor de un erotismo insidioso y por tanto menos puro: braguitas, poses compuestas para la cámara, vestidos mojados en el mar, agresividad antisocial de la heroína, etc. Louis Malle, admirablemente apoyado por Louise de Vilmorin, ha logrado un film perfectamente familiar y casi hasta banal, de un pudor absoluto y moralmente irreprochable.
A lo largo de toda la segunda mitad de la película, que es al acto de amor lo mismo que el atraco de Rififi fue a la acción de robar, Jeanne Moreau se muestra alternativamente en camisón o completamente desnuda, pero sin ningún tipo de resultado indirecto como por ejemplo las siluetas recortadas por la luz a las que se nos sometía en todas las de Martine Carol.
Los Amantes sintetiza exactamente la audacia de un tímido: es fresca y natural, sin picardías, sin artificios. A diferencia de las películas de Vadim, ésta no pretende ser deliberadamente actual, ni servir como valor de testimonio, ya que el amor es eterno y no se trata tanto de una mujer de hoy como de la mujer en general, la de Flaubert, que es también la de Giraudoux. Sí, Los Amantes es quizá la primera película giralduciana.
François TRUFFAUT, 1958
(Les films de ma vie. François Truffaut, Ed. Flammarion, 1975)