Anteriormente, el amigo Yasduit nos ha dado una visión de Maurice Ravel y siguiendo con este compositor daré yo otra: la de ‘copión’ y arreglista. En cierta ocasión, una bailarina le encargó compusiese una pieza para un baile. Ella salía a bailar a escena y poco a poco aquello se iba llenando de hombres que la pretendían, acabando la cosa como era de suponer, con un auténtico baño de sangre.
Inicialmente, Ravel pretendió ‘arreglar’ algo de Isaac Albéniz, pero temiendo las iras del español, decidió ‘componer’. Y creó una pieza que llamó “Bolero”, consistente tan solo en 18 compases que se van repitiendo machaconamente, mientras la música va ‘in crescendo’ poco a poco con la incorporación de más y más instrumentos. Hasta el desenlace final, un radical cambio de tono en medio de una brutal nivel sonoro, para de inmediato desmoronarse la música.
Es una obra controvertida, no gustando a mucha gente, Kores entre ellos, -y lo siento por ti, Kores- , siendo calificada por otros como obra menor. Pero si cuento dos secretos para su escucha, como música ‘enlatada’, vaticino que enganchará a más de uno.
a) Sentarse a escucharla relajadamente sin perder detalles ni matices de cada nuevo grupo de 18 compases.
b) Ir primeramente al final de la pieza y colocar el control de volumen del ampli a un nivel adecuado a la brutal dinámica final, de modo que no haya que retocar el volumen a lo largo de los 19 minutos que dura. Aseguro que si hubiera que hacerlo, se rompería el hechizo. Su comienzo puede engañar ya que se inicia muy suavemente, con unos toques de caja.
Pero si además, la obra es dirigida por el irrepetible Segiu Celibidache e interpretada por ‘su’ fantástica Filarmónica de Munich, el Bolero de Ravel adquiere una nueva e insospechada dimensión sonora.
Celibidache dirigió esta formación desde 1979 hasta su muerte, dedicando todo ese tiempo a sacar lo mejor de la orquesta, consiguiendo una sonoridad muy especial, como especial es lo que Celibidache consigue extraer de las partituras de su adorado Bruckner, un compositor con el que muy pocos se atreven dado lo complejo de su obra y lo fácil que es ‘perderse’ en los largos movimientos de sus sinfonías. Sin ir más lejos, la 8ª dura casi dos horas.
Ya vale de rollo y aquí dejo los datos del disco que incluye una colorista y variopinta obra: “Cuadros de una Exposición”, de Mussorgsky. Por cierto, con orquestación de Maurice Ravel ¿Coincidencia?
Sello EMI Classics. 5-56526-2. Celibidache. Münchner Philarmoniker. Ravel, Mussorgsky.
Saludos.
Edito para aclarar: Como alternativa, no elegir JAMÁS una versión que circula por ahí del Bolero, de Ravel, dirigida por Lorin Maazel, dada la peculiar visión que de esa obra tiene ese, por otra parte, excelente director. Ha tenido hasta plantes de solistas de orquestas, alegando que ellos no tocaban ‘aquella cosa’.
</p>Editado por: <A HREF=http://pub165.ezboard.com/bmundodvd43132.showUserPublicProfile?gid=mephisto@ mundodvd43132>Mephisto</A>*fecha: 5/2/04 18:05




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