Sean Baker vuelve a la trastienda de la América más abandonada de la era Trump. Rodada con su ya habitual frescura y sinceridad, siempre dominando los resortes cómicos y desoladores. Sabe imprimir empatía hacia estos personajes marginales, en especial Simon Rex que está encantador como loser embaucador y narcisista. Roba todas las escenas. Acertado final abierto que deja múltiples interpretaciones.




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