El tema de como tienen las madres a sus hijos en un pedestal sin importarles que sea verdad o no las cosas que les comentan es tan cierto como absurdo. Más absurdo es aún que, por mucho que les tengan tan arriba, ni siquiera les presten la atención que se merecen. Muy probablemente sea por eso mismo, por tenerlos tan glorificados.
Como consigue este corto hacernos poner en la situación del profesor y empatizar con él es muy meritorio. Lo que hace no está bien, eso seguro, pero creo (sin miedo a decirlo) que todos tenemos ganas de devolverle la faena a ese odioso chaval. El final deja una frase para el recuerdo y me parece genial.