REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE LA HAMMER FILM PRODUCTIONS LTD. (1948-1978) / 027
O
REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE TERENCE FISHER (1904-1980) / 006
SPACEWAYS (1953)
Director: Terence Fisher
Producción: Hammer Film Productions Ltd. / Lippert Productions, Inc.
Distribución: Exclusive Films Ltd.
Productor: Michael Carreras.
Guión: Paul Tabori y Richard Landau, a partir de la adaptación de Paul Tabori del serial radiofónico de Charles Eric Maine (BBC, 1952).
Dirección artística: J. Elder Wills.
Fotografía: Reginald Wyer (1.37:1).
Dirección musical: Ivor Slaney.
Reparto: Howard Duff (El doctor Stephen Mitchell), Eva Bartok (La doctora Lisa Frank), Alan Wheatley (El doctor Smith), Philip Leaver (El profesor Keppler), Michael Medwin (El doctor Toby Andrews), Andrew Osborn (El doctor Philip Crenshaw), Cecile Chevreau (Vanessa Mitchell), Anthony Ireland (El general Hays).
Duración: 1 h 13 m 12 s (Copia en DVD editada por Feel Films en 2013).
Rodaje: del 17 de noviembre de 1952 a enero de 1953.
Estreno: 21 de diciembre de 1953, con preestreno el 24 de junio.
Segunda incursión en la ciencia ficción del maestro Terence Fisher, un género por el que no sentía especial querencia (lo veremos más adelante cuando hablemos de sus títulos fuera de la Hammer que no son precisamente lo más granado de su filmografía) pero que supo derivar desde un mero vehículo propagandístico (tanto desde el punto de vista científico como político – anticomunista -) hasta una de sus habituales historias de amor a tres (o cuatro) bandas que parecen ser uno de los sellos distintivos de la obra de su director por lo que vamos viendo hasta ahora (STOLEN FACE y FOUR SIDED TRIANGLE).
Basada en un serial radiofónico de la BBC de Charles Eric Maine, pseudónimo del escritor inglés David McIlwain (1921-1981) [En nuestro país únicamente se ha publicado una de sus novelas, THE MIND OF MR. SOANES (1960, LA MENTE DEL SEÑOR SOAMES) dentro de la colección Nebulae 2ª época de la editorial EDHASA (1980) – que, curiosamente, fue llevada al cine en 1969 por la principal competidora de la Hammer, la Amicus -], SPACEWAYS en una de las colaboraciones entre el productor norteamericano independiente Robert L. Lippert y nuestra compañía favorita, en la que el primero aportaría no sólo la mitad del capital sino también la estrella principal masculina, el estoico Howard Duff (1913-1990) – quien estuvo casado con la maravillosa actriz y directora Ida Lupino (desde 1951 hasta 1984) – y el guionista Richard Landau que se encargaría de “americanizar” la trama dado que la película se exhibiría a ambos lados del Atlántico.
Igualmente se usaron planos de la película COHETE K-1 (1950) de Kurt Neumann (recientemente comentada por el compañero mad dog earle en “el otro rincón”) que fue un pequeño éxito en ambos continentes (recordemos que gracias al acuerdo comentado, al igual que Lippert podía estrenar sus películas en territorio británico, la Hammer hacía lo propio con sus cintas en Norteamérica).
Aunque ciertamente la trama es disparatada (aunque si nos ponemos a pensar no menos que la de las dos películas ya comentadas) lo cierto es que SPACEWAYS es una película que no deja de tener encanto.
Y digo lo de disparatada no por el embrionario programa espacial británico que entonces no existía más que en las mentes de los escritores de ciencia ficción (con Arthur C. Clarke a la cabeza) sino porque ciertamente es descabellado que alguien sea capaz de eliminar los cuerpos de sus presuntas víctimas mandándolas al espacio en lugar de, yo qué sé, incinerarlas o pidiéndole un consejo a Sir Alfred, que de ésto sabe mucho.
[Pese a lo comentado recordemos que uno de los mejores cómics de ciencia ficción del 9º Arte tiene su origen en Inglaterra. Me refiero, por supuesto, a DAN DARE – PILOT OF THE FUTURE, publicado en la revista “Eagle” entre 1950 y 1969 pero donde destaca especialmente la etapa guionizada y dibujada por su creador, Frank Hampson, de 1950 a 1959]
Y aunque SPACEWAYS no parezca el descendiente más adecuado de la mítica LA VIDA FUTURA (1936) de William Cameron Menzies (una película, por cierto, que no ha envejecido todo lo bien que uno podría esperar, como pude comprobar cuando la revisé en “el otro rincón”) pronto la Hammer nos proporcionaría el primero de varios títulos insignes dentro del género, empezando por la excelente EL EXPERIMENTO DEL DR. QUATERMASS (1955) de Val Guest, el segundo gran director de la compañía tras Terence Fisher.
Como decía al principio a Fisher parecen interesarla más las relaciones amorosas entre los personajes (la de Stephen con Vanessa y más tarde con Lisa; la de Vanessa con Stephen y a la vez con Philip) como decía uno de los ejes que parecen vertebrar sus historias o incluso las pesquisas del estrambótico Dr. Smith (un Alan Wheatley con un extraordinario parecido con Peter Cushing, el actor fisheriano por excelencia), en realidad un agente de los servicios secretos del gobierno británico, que por la trama futurista en la que se enmarca.
El protagonista, un como decía estoico Howard Duff, no encarna precisamente a un héroe prototípico dado que aunque su mujer le engaña con uno de sus más estrechos colaboradores, el luego revelado espía del bloque soviético (aunque de origen germánico) Dr. Crenshaw (Andrew Osborn), ello no parece alterar su apático semblante y en lugar de enfrentarse a él (o a su mujer) prefiere callar.
En cambio, la otra protagonista, la Dra. Frank (una bella Eva Bartok (1927-1998) que volvería a trabajar para la Hammer en RAPTO EN HAMBURGO (1955) – y que todo cinéfilo que se precie debería recordarla, al menos, por su papel en la deliciosa EL TEMIBLE BURLÓN (1952) de Robert Siodmak junto a Burt Lancaster -), es una joven solitaria que ama en silencio a Stephen y que vive bajo la protección cuasi paternal del profesor Keppler (Philip Leaver).
Dos personajes que se supone encarnan a los héroes de la película, dado que son guapos e inteligentes (aunque notablemente tímidos) pero que quedan eclipsados no sólo por el citado falso Dr. Smith (que tiene alguna de las mejores frases del libreto) sino incluso por la pareja de “villanos” encarnado por la ambiciosa y pérfida esposa (una Cecile Chevreau de torva mirada) y el traidor (aunque no a su país o sus ideales) Dr. Crenshaw, alguien tan enamorado de ella como para llevársela consigo y con la información que sobre la investigación espacial se está desarrollando en Reino Unido (hay una referencia al uso de bombas atómicas y de armas biólogicas que hace el general Hays (Anthony Ireland) y que como bien indicaba el compañero mad dog earle también aparece en FOUR SIDED TRIANGLE) e igualmente pegarle un tiro cuando se ve acorralado por la policía con el fin de que no pueda delatarle. Si eso no es amor, que baje Dios y lo vea…
Teniendo en cuenta lo escueto del presupuesto Fisher se maneja notablemente bien gracias a la colaboración de J. Elder Wills en la dirección artística y de Reginald Wyer en la fotografía, quienes ya habían colaborado con él en su primera incursión en el género y logran conseguir que los parcos decorados se asemejen siquiera someramente a lo que podría acontecer en una base de cohetes cualesquiera.
Y aunque como decía la sospecha del divertido inspector acerca de la desaparición de los supuestos cadáveres de la esposa y del colaborador de nuestro sufrido héroe ciertamente podría ser pasto del argumento de una película de Abbott y Costello, lo cierto es que Fisher nos presenta un atractivo melodrama de amores y desamores que tiene como telón de fondo el primer paso del hombre en el espacio, lo mismo que podría haber acontecido en un polvoriento castillo de la Europa continental como pronto podremos comprobar…
En fin, vosotros mismos.
A mí me ha gustado aunque ya digo (es más, reitero) que soy un aficionado al género en todas sus manifestaciones así que tal vez mi visión se vea algo más sesgada.
Feliz noche y que la llegada del coronavirus no nos convierta en un extra de The Walking Dead o de Fear the Walking Dead, series de las que (ya lo siento) disfruto enormemente.
Agur.
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