Lo que tú digas Alcaudón.Que para eso eres el que abre tema y demás hay unos cuantos títulos a destacar aparte de los de Fisher pero bueno ya los comentaremos donde sea oportuno.Viva LA HAMMER![]()
Lo que tú digas Alcaudón.Que para eso eres el que abre tema y demás hay unos cuantos títulos a destacar aparte de los de Fisher pero bueno ya los comentaremos donde sea oportuno.Viva LA HAMMER![]()
Por mí como si queréis seguir con el formato original.
El único inconveniente es que el número de películas a comentar es ciertamente ingente y yo tengo bastantes tanto en DVD como en BD aunque estas últimas muchas en V.O.S.I.
Yo creo que es mejor seguir el orden de la obra de Fisher. Otra cosa es que, ciertamente, hay más films de la Hammer interesantes de comentar y este podría ser un lugar apropiado, pero quizá para cuando acabemos con Fisher. Por ejemplo, me apetece revisar un par de films de John Gilling: The Reptile y The Plague of the Zombies.
REVISANDO LA FILMOGRAFÍA DE TERENCE FISHER (1904-1980) PARA LA HAMMER FILM PRODUCTIONS LTD. (1952-1974)
13. DRACULA (1958, DRÁCULA)
Título en los EUA: HORROR OF DRACULA (1958)
Copyright 1958 by Hammer Film Productions
Director: Terence Fisher.
Producción: Hammer Film Productions Ltd. / Universal-International Pictures Co., Inc.
Distribución: Rank Film Distributors Ltd. (Reino Unido) / Universal Pictures Co., Inc. (EUA).
Productor: Anthony Hinds.
Guión: Jimmy Sangster, basado en la novela homónima de Bram Stoker (Londres, 1897).
Diseño de producción: Bernard Robinson.
Fotografía: Jack Asher (Eastman Color procesado por Technicolor y formato panorámico (1.75:1)).
Música: James Bernard.
Montaje: Bill Lenny.
Reparto: Peter Cushing (Doctor Van Helsing), Christopher Lee (Conde Drácula), Michael Gough (Arthur Holmwood), Melissa Stribling (Mina Holmwood), Carol Marsh (Lucy Holmwood), Miles Malleson (Enterrador), John Van Eyssen (Jonathan Harker), Olga Dickie (Gerda), George Benson (Aduanero), Charles Lloyd Park (Doctor Seward), George Woodbridge (Posadero).
Duración: 1 h 22 m 06 s (Copia en BD editada por Lionsgate en Reino Unido en 2013).
Rodaje: del 11 de noviembre al 24 de diciembre de 1957.
Estreno: 8 de mayo de 1958 (EUA); 22 de mayo de 1958 (Reino Unido).
Presupuesto: 81.412 libras esterlinas.
La grandeza de DRÁCULA es la modestia con la que el gran Terence Fisher, de quien como todos sabéis (o deberíais) este año se cumplen 40 de su muerte (como la de Hitchcock…), afrontó el reto de llevar (de nuevo) a la gran pantalla una de las mejores novelas fantásticas y/o de terror de todos los tiempos haciendo de la necesidad una virtud.
Si Francis Ford Coppola tuvo la osadía de llamar a su película BRAM STOKER’S DRACULA pretendiendo hacer de la misma la versión definitiva del mito transilvano, lo cierto es que el tiro le salió por la culata. Y es que la película del director de Detroit, el más sobrestimado de los grandes directores norteamericanos, es una obra visualmente (y sonoramente) hermosa pero hueca, vacía, sin alma (y no es una referencia, aunque podría serlo, al protagonista de la cinta).
En cambio, Fisher toma de la novela de Bram Stoker (una espléndida aunque irregular obra) la esencia de la misma y la sublima gracias a una puesta en escena magistral, la dota de un cromatismo exacerbado (pero no gratuito, como en la cinta de Coppola) y le imprime un ritmo digno de los mejores clásicos del género de aventuras.
Aunque el libreto viene firmado por Jimmy Sangster, el guionista más importante de la compañía, lo cierto es que Fisher intervino de una forma decisiva en el mismo, incluso improvisando durante el mismo rodaje.
Y es que si uno se molesta en leer siquiera por encima el guión de rodaje de Sangster (disponible en la edición en BD de Lionsgate) y rubricado en una fecha tan tardía como octubre de 1957 (recordemos que el rodaje se inició el día 11 de noviembre) veremos que presenta muchas y sustanciales diferencias con la película que hoy podemos disfrutar.
La verdad es que es difícil de entender cómo Sangster, que afirmaba haber leídos dos veces la novela para documentarse y que necesitó cuatro semanas para elaborar el primer borrador, pudo cometer errores de principiante como el llamar a JonathAn JonathOn o a Van HeLSING Van HeSLING (sic). Y estamos hablando del guión de rodaje…
Esa labor conjunta Sangster / Fisher y que tan buenos frutos daría en sus siguientes colaboraciones, permitiría que pese a eliminar a numerosos personajes importantes de la historia (desaparecen así Quincey P. Morris, uno de los pretendientes de Lucy (Westenra, no Holmwood) o Renfield), reconvertir otros (Mina Harker pasa a ser Mina Holmwood y la citada Lucy se convierte en hermana de Arthur (Holmwood)), reducirlos a la mínima expresión (el doctor Seward) o alterar drásticamente sus motivaciones (Jonathan Harker) es con toda seguridad la más fiel de todas las adaptaciones que de la novela se han llevado a cabo junto, por supuesto, a la canónica de F(riedrich) W(ilhem) Murnau, NOSFERATU (1922).
Una fidelidad no en la forma pero sí en el fondo.
Y es que tanto en la novela como en la película Drácula es la ausencia de la presencia. O dicho de otra forma, es el personaje sobre el que pivota toda la historia aunque su presencia en pantalla está reducida a la mínima expresión.
Y si en DRÁCULA el Conde apenas tiene unas líneas de diálogo (y únicamente cuando la acción transcurre en su castillo), en DRÁCULA, PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS (1965), la auténtica continuación de aquella, el aristócrata no dice ni una sola palabra.
Y donde DRÁCULA película supera claramente a DRÁCULA novela es en la encarnación del Conde como sublimación de los deseos femeninos en la reprimida sociedad victoriana de finales del siglo XIX.
Fisher destila lo que la novela sólo deja intuir y convierte al anciano y mefítico Conde en alguien que emana un irresistible magnetismo (y no sólo en el género femenino) y al que el porte y la figura de Christopher Lee (pese a él mismo, la mejor encarnación del personaje en la gran pantalla) le otorgan una singular prestancia.
De hecho, es modélica la forma en la que el Conde nos es presentado, bajando majestuosamente las escaleras de su castillo y dándole la bienvenida a un sorprendido Jonathan Harker, rematado por un increíble primer plano de su rostro (con una mirada inexpresiva pero que lo expresa todo) tomado ligeramente desde abajo.
Ese rostro apuesto y varonil tendrá prontamente su perfecta simetría inversa en el momento en el que una de sus novias (recordemos que en la novela eran tres…) intente arrebatarle su presa (Jonathan). Un primer plano tan brutal que imagino que en los espectadores de la época llegarían hasta producirse desmayos…
Y es que otra de las claves de la película es la inusitada violencia (para la época) de algunas escenas, como cuando Van Helsing marca la frente de la ya convertida Lucy con su crucifijo o más tarde cuando le clava una estaca en el corazón y la sangre (que ya hemos visto derramarse sobre el ataúd de Drácula al final de los títulos de crédito) inunda la pantalla y que sería vetada en las copias distribuidas por los cines del Reino Unido. O la desintegración final del vampiro a manos del doctor.
Como decíamos el escaso protagonismo del Conde (y que proviene también de la propia novela, donde únicamente en los cuatro primeros capítulos (y seguramente los mejores), los que acontecen en su castillo, tiene voz propia) en beneficio del doctor Van Helsing encarnado por el gran Peter Cushing es otro de los grandes aciertos de la película.
Y de esta forma, el enfrentamiento final entre ellos, se convierte en una de las secuencias de acción mejor ejecutadas del cine clásico (sea o no fantástico) y en la que el propio Cushing intervino de forma decisiva, cierra de una forma modélica esta segunda obra maestra del director británico.
Una película, además, que se adelantó a PSICOSIS (1960) a la hora de eliminar en el primer tramo de la misma al protagonista, en este caso Jonathan Harker, quien además es el narrador de la historia a través del diario que lleva consigo (recordemos que la novela se articulaba a base de cartas, diarios, grabaciones fonográficas, recortes de periódicos y telegramas).
![]()
Un Harker, colega de Van Helsing y cuya misión no es indexar la copiosa biblioteca del Conde (en la novela recordemos que era pasante de abogado) sino directamente destruir al vampiro pero que se acabará convirtiendo en un acólito más del mismo y que perecerá a manos de su amigo.
Escenas tan prodigiosas como el ansia con el que Lucy espera a su nuevo amante o la sonrisa en el rostro de Mina después de su primer encuentro con el Conde están impregnadas de un poderoso aliento sexual, toda una bocanada de aire fresco en el encorsetado cine de la época.
O esa inversión de roles que se da en la película si la comparamos con su antecesora, la fundacional LA MALDICIÓN DE FRANKENSTEIN, donde Peter Cushing / el doctor Frankenstein era el villano y aquí es el héroe y Valerie Gaunt / Justine era la víctima y aquí una de las novias de Drácula.
Para conseguir a la vez ese aire malsano y ese nada soterrado erotismo que envuelve a la película Fisher pudo contar con la ayuda de los mejores técnicos del estudio.
Bernard Robinson edificó un castillo en las antípodas en el que moraba el Conde encarnado por el gran Bela Lugosi. Un lugar bello y acogedor, de líneas elegantes que contrasta vivamente con la imagen clásica imperante hasta entonces.
Jack Asher potenció el uso de los colores primarios (azul/rojo/verde) de una forma que sentaría cátedra en el cine fantástico de los años ‘50 y ‘60 y de la que el gran Mario Bava (también fallecido en 1980) sería uno de sus más fieles seguidores.
James Bernard crearía una ejemplar banda sonora donde al igual que en LA MALDICIÓN DE FRANKENSTEIN (1957) el tema central se articula en base a un motivo de tres notas en sintonía con las tres sílabas del nombre del protagonista, DRA-CU-LA.
Y, por supuesto, la pareja Peter Cushing / Christopher Lee, en la segunda de sus colaboraciones y que aquí como antes mencionaba invierten los papeles que interpretaban en LA MALDICIÓN DE FRANKENSTEIN (Frankenstein y Drácula – villanos – vs. Criatura y Van Helsing – héroes -).
Esta concisa (tan sólo 82 minutos) obra maestra del cine fantástico y que tanta influencia tendría en autores coetáneos como el referido Mario Bava o el norteamericano Roger Corman, resultó además un formidable éxito de taquilla a ambos lados del Atlántico, superando a su antecesora, la citada primera (aunque entonces no se sabía) entrega de las aventuras del Barón Frankenstein.
Y aunque en 1960 vio la luz la magistral LAS NOVIAS DE DRÁCULA, donde sí aparece el Van Helsing encarnado por el gran Peter Cushing, Christopher Lee se negó a interpretar el personaje y fue sustituido por un acólito suyo, el Barón Meinster.
En resumen, una de las grandes películas del cine fantástico de todos los tiempos y que tanto miedo me hizo pasar de niño en uno de esos pases nocturnos por la televisión cuando los niños deberían estar en la cama…
Feliz día
P. D. Para que se diga que servidor no las puede hacer cortas.
![]()
Maravilloso análisis Alcaudón. Espero verla mañana y ya comento algo...
Para mí es la gran obra maestra de la Hammer.
Me encanta el DRACULA de Fisher.