Tema: Revisando la filmografía de la Hammer Film Productions (1948-1978)

Iniciado por Alcaudón

Es que Cumberbatch es un actor de físico un tanto extraño...

... quizás por eso encarna al Dr. Strange dentro del multiverso Marvel.

Su físico es ciertamente "Strange"... aunque es fabuloso como actor, pero en "Sherlock" prefiero a Freeman, mas natural, mas cercano como persona/actor/personaje, al menos es la sensación que tengo.

A la espera de la siguiente entrega del coleccionable me gustaría mencionar que Divisa Home Video ya ha sacado cuatro títulos clásicos de nuestra productora de terror favorita en ediciones peladas de extras pero con muy buena calidad de imagen y de sonido, aunque las carátulas sean horribles (¿tal vez acordes con el contenido?).

Si las indexamos según su fecha de lanzamiento la cosa quedaría tal que así:

- LAS CICATRICES DE DRÁCULA (1970) Roy Ward Baker (4 de julio de 2019)



- LAS NOVIAS DE DRÁCULA (1960) Terence Fisher (5 de marzo de 2020)



- LA MALDAD DE FRANKENSTEIN (1964) Freddie Francis (3 de abril de 2020)



- LA MALDICIÓN DEL HOMBRE LOBO (1961) Terence Fisher (20 de agosto de 2020)

Me falta "la maldición del hombre lobo", esperaré a que haya alguna ofertilla para pillarla.

Yo tengo la segunda y la cuarta...

THE MAN WHO COULD CHEAT DEATH (1959)

[T.O.: EL HOMBRE QUE PUDO ENGAÑAR A LA MUERTE]



Director: Terence Fisher.

Producción: Hammer Film Productions Ltd. / Paramount Pictures Corp.

Distribución: Paramount Pictures Corp.

Productor: Michael Carreras.

Productor adjunto: Anthony Nelson Keys.

Guion: Jimmy Sangster, basado en la obra teatral “The Man in Half Moon Street” de Barré Lyndon (Londres, 22 de marzo de 1939).

Diseño de producción: Bernard Robinson.

Fotografía: Jack Asher (en Technicolor y formato panorámico (1.66:1)).

Música: Richard Rodney Bennett, supervisada por John Hollingsworth.

Montaje: John Dunsford, supervisado por James Needs.

Reparto: Anton Diffring (Dr. Georges Bonnet), Hazel Court (Janine Du Bois), Christopher Lee (Dr. Pierre Gerrard), Arnold Marlé (Dr. Ludwig Weiss), Delphi Lawrence (Margo Philippe), Francis De Wolff (Inspector Legris).

Duración: 1 h 22 m 50 s. (Copia en BD editada en Reino Unido por Eureka! en 2015).

Rodaje: del 17 de noviembre al 30 de diciembre de 1958.

Estreno: 30 de noviembre de 1959 (en programa doble junto a UNE MANCHE ET LA BELLE (1957) de Henri Verneuil).



“EL HOMBRE QUE PODÍA ENGAÑAR A LA MUERTE” (o más correctamente, “EL HOMBRE QUE PUDO ENGAÑAR A LA MUERTE”), película inédita en salas comerciales en nuestro país, fue el tercer (y último) largometraje que Terence Fisher rodó en 1958, tras THE REVENGE OF FRANKENSTEIN y EL PERRO DE BASKERVILLE.

De hecho, los años que van de 1958 a 1960 supusieron para el director un período extraordinariamente fértil, rodando tres películas por año, algo que no volvería a repetirse a lo largo de su carrera.

“EL HOMBRE…” supuso un punto y seguido en la carrera del director británico (del que recuerdo que en este año se cumplen los 40 años de su fallecimiento, como en el caso de Alfred Hitchcock, o Mario Bava…).

Por un lado, fue el primero de los tres títulos góticos (y en color) que produjo de manera consecutiva Michael Carreras (los otros dos serían LA MOMIA y LAS DOS CARAS DEL DR. JEKYLL), sustituyendo en sus funciones al habitual Anthony Hinds, que en aquel tiempo se encontraba en los EUA intentando que la Columbia, a través de su filial televisiva, la Screen Gems, se interesara por la creación de una serie de temática fantástica y/o de terror para la pequeña pantalla. De los frutos de dicha negociación hablaré un poco más adelante en el bonus track que acompaña la presente reseña.

Por otro lado, porque igualmente fue el primero de dichos títulos que no estaba protagonizado por Peter Cushing.

El por qué de dicha ausencia no está del todo claro.

En unas fuentes se indica el escaso tiempo de que disponía el actor para preparar el personaje (teniendo en cuenta la meticulosidad con la que Cushing encaraba cada una de sus caracterizaciones) dado que el rodaje de EL PERRO… finalizó el 31 de octubre.

En otras fuentes se habla de que el artista, gran aficionado a la pintura y pintor amateur, tenía ya apalabrada una exposición pública de sus obras para el 3 de diciembre en The Fine Art Society Ltd. de Londres, la cual le impedía participar en el rodaje.

E incluso en otras se menciona el hecho de que Cushing no le gustaba el personaje del Dr. Bonnet, demasiado similar, según él, al Barón Frankenstein encarnado por él en el díptico LA MALDICIÓN DE FRANKENSTEIN / THE REVENGE OF FRANKENSTEIN.

De hecho, Cushing cada vez era más crítico con los guiones de Jimmy Sangster, algo que el propio escritor reconocía (“Peter Cushing didn’t like my scripts”) y solía recurrir a compañeros de profesión para que le pulieran los diálogos, el punto débil de los libretos de Sangster.

De cualquier forma, seis días antes del inicio del rodaje, el actor se desdijo del acuerdo verbal por el que se comprometía para la realización de la película, lo cual supuso un severo revés para James Carreras que veía peligrar el acuerdo de coproducción y distribución que acababa de cerrar con la poderosa Paramount.

- La idea original era recuperar a tres de los protagonistas de EL PERRO…, Cushing, Lee y De Wolff y, por supuesto, reciclar los decorados (algo habitual en la productora) y de esta forma rentabilizar al máximo los costes de producción. -

De ahí seguramente la extraordinaria dilación en el estreno de la película de tal forma que LA MOMIA, que se rodó más tarde, se estrenó antes.

La película de Fisher bebe argumentalmente de tres fuentes.

La primera, la obra teatral de Barré Lyndon (1896-1972), pseudónimo del dramaturgo y guionista Alfred Edgar (que al parecer usufructuó del protagonista de la famosa novela William Makepeace Thackeray y llevada a la gran pantalla por Stanley Kubrick en 1975) y en cuyo reparto se encontraban actores tan conocidos como Leslie Banks (el malvado Zaroff de la película homónima de Schoedsack y Pichel) y Ann Todd (esposa del director David Lean, de 1949 a 1957).



La segunda, la traslación al cine de dicha obra de teatro, producida por la Paramount y dirigida por Ralph Murphy en 1944 e interpretada por Nils Asther (Dr. Julian Karell) y Helen Walker (Eve Brandon).



La tercera y seguramente la más importante, la adaptación que la cadena televisiva británica ABC emitió el sábado 22 de junio de 1957 y que formaba parte de la serie “Hour of Mystery” (1957, 1 temporada) y en la que participaban dos de los protagonistas de la cinta de Fisher, Anton Diffring (John Thackeray – de nuevo un guiño a la novela antes mencionada -) y Arnold Marlé (Dr. Ludwig Weisz (en la película, Weiss…). El papel que en la película interpretaría la voluptuosa (y bellísima) Hazel Court, aquí lo ocuparía Melissa Stribling que poco después encarnaría a Mina Holmwood en la magistral DRÁCULA (1958)…

Teniendo en cuenta todo lo expuesto es, por tanto, fácil de entender el por qué el actor alemán Anton Diffring acabaría encarnando al personaje ahora denominado Georges Bonnet y que había rechazado el gran Peter Cushing.

Además, como veremos en el bonus track ya mencionado, Diffring había encarnado igualmente al mismísimo Barón Frankenstein en el episodio piloto (e inédito) de la proyectada serie de televisión “Tales of Frankenstein” y que se había rodado en febrero de 1958.

Desde luego, lo que también tenía claro la Hammer es que pese a contar entre sus filas con un actor del carisma de Christopher Lee este no entraba para nada en los planes de la compañía para encarnar roles protagonistas.

Recordemos su papel de Sir Henry Baskerville en EL PERRO…, el de Pierre Gerrard en la película hoy comentada o el de Paul Allen en LAS DOS CARAS…

Curiosamente, sería la negativa de Lee a encarnar de nuevo al Conde lo que impediría que el personaje apareciera en la ansiada secuela, a pesar de lo equívoco del título, LAS NOVIAS DE DRÁCULA, dado que la Universal-International no se planteaba un drácula sin Drácula.

De hecho, sería a partir del periplo continental del actor y especialmente de su colaboración con el director italiano Mario Bava (ya sabéis…), con títulos como ERCOLE AL CENTRO DELLA TERRA (1961) y LA FRUSTA E IL CORPO (1963), lo que acabaría por convencer a la Hammer de su valía.

Centrémonos ya en la película.

“EL HOMBRE…” es una película atípica dentro de la carrera de Fisher, no sólo por todo lo arriba indicado, sino porque seguramente sea la película de su director más dialogada, algo que seguramente haya que achacar al origen teatral de la misma.

La acción transcurre en...



Una ciudad que bien podría ser la Londres de 1888 en la que Jack el Destripador, valiéndose de la famosa niebla que cubría la ciudad, perpetró sus famosos asesinatos.



De hecho, el inicio de la película, establece un nexo de unión con dicho personaje, con un Dr. Bonnet (Driffring), asaltando y degollando a una inocente (y anciano) paseante, sería retomado posteriormente por Fisher en una de sus mejores películas, EL CEREBRO DE FRANKENSTEIN (1969), con el (ahora sí) gran Cushing encarnado a su personaje más carismático.

Un Dr. Bonnet, que bien podría ser un descendiente del Henry Jekyll de Robert L. Stevenson y del Dorian Gray de Oscar Wilde.



De ambos tomará esa dicotomía que se establece entre la figura pública (intachable) y la privada (abominable) del personaje.







- Y sin embargo, un momento mágico se produce cuando Georges ve a Janine, a quien había amado y abandonado, pero nunca olvidado... -

Y si de EL DR. JEKYLL Y MR. HYDE retoma la idea de esa pócima que le permite al protagonista retardar los efectos degenerativos que sufre la glándula paratiroides (superior)…



[Un aparte:

La citada glándula se encuentra en el cuello y no en la parte izquierda del abdomen como erróneamente se observa en la escena posterior a la intervención que sufre Georges a manos de Pierre.



Algo que seguramente el puntilloso de Peter Cushing no hubiera dejado pasar por alto...]

… antes de que la misma deje de funcionar y provoque unos efectos devastadores en su cuerpo, de EL RETRATO DE DORIAN GRAY tomará una idea todavía más central en la película, la búsqueda de la inmortalidad y de la eterna juventud.

Y es que el Dr. Bonnet, que aparenta tener unos 35 años, en realidad tiene 104…



… y necesita una nueva glándula cada 10 años para poder preservar su juventud y así engañar a la Muerte (como bien indica el título de la película...).

Claro que para ello necesita de la inestimable ayuda del Dr. Weiss (Arnold Malé) quien, al contrario que Bonnet, prefirió aceptar el paso de los años, en lugar de esa carrera sin sentido en la que se ha convertido la vida de su amigo y colega.



Debido a esa extremada fidelidad al texto de Lyndon, la película peca de un cierto estatismo, lo que obligó al director a poner un especial cuidado en la puesta en escena, para lo cual contó con la inestimable ayuda del director de fotografía Jack Asher y del diseñador de producción Bernard Robinson y es precisamente en esta doble faceta donde más y mejor brilla la película.

El uso de los colores primarios por parte de Asher, con especial delectación en el verde, que aquí simboliza el mal, es esencial a la hora de distinguir los momentos relajados (con predominio de los colores cálidos) frente a aquellos en los que asoma el horror (como decía, con presencia destacada del color verde).



Igualmente el detallismo en los decorados de Robinson hacen de esta una de las producciones Hammer más barrocas, como podemos observar en las habitaciones suntuosamente decoradas de la casa del Dr. Bonnet.





Para la banda sonora se prefirió contratar al joven músico Richard Rodney Bennett, quizás para distanciar la propuesta de las contribuciones previas del gran James Bernard y también como sello de autoría de Michael Carreras que no compartía la idea de la compañía de especializarse en el género de terror en lugar de diversificarse en propuestas más variadas.

En cuanto al reparto, aunque Anton Driffring hace un buen trabajo se echa de menos la presencia de Peter Cushing, a pesar de que viendo los resultados es difícil imaginarse al actor británico en la piel del Dr. Bonnet.



Y es que si algo ha caracterizado a las interpretaciones de Cushing es que es alguien que jamás duda y siempre toma la decisión que el considera más correcta, pese a todo y pese a todos.

Además, los personajes encarnados por Cushing jamás han manifestado interés amoroso (aunque sí sexual, como pudimos ver en LA MALDICIÓN DE FRANKENSTEIN) alguno por sus partenaires femeninas.

Y curiosamente, aquí tenemos de vuelta a Hazel Court, una actriz muy bella y sensual, que ya había coprotagonizado el primer gótico de Fisher.



Existe la (¿falsa?) creencia de que la actriz aceptó aparecer (parcialmente) desnuda para las copias destinadas al continente en la escena en la que posa para Georges, quien además de doctor es un afamado escultor de bustos (sic) femeninos…



- Una bellísima escena, que recuerda a cuadros famosos como...



o...



[Otro aparte:

El hecho de que Georges esculpa los torsos de sus víctimas (femeninas) no tiene mayor trascendencia en la trama, aunque le servirá al director para cerrar un tanto brusca y anticlimáticamente la película.]

… pero me temo que no existe ninguna imagen que lo certifique, así que los amantes del cuerpo femenino nos quedamos con la miel en los labios, a pesar de lo que Fisher nos hace intuir...





Desde luego, Hazel Court fue la actriz más bella, elegante y deseable de los primeros años de la Hammer, junto a la igualmente bellísima Barbara Shelley...



Por su parte, Lee tiene un rol secundario en la película aunque sea el encargado de trasplantar la nueva glándula al Dr. Bonnet una vez este ha dado buena cuenta de su anterior ayudante y amenazado al primero con matar a Janine (Court) caso de negarse a operarle.





Pese a todo y como siempre, impecable Christopher Lee, que debería esperar todavía unos años para encarnar no sólo al protagonista sino incluso al héroe (LA GORGONA (1964)).

Y si Hazel Court nos alegra la vista con su esplendorosas formas, el personaje encarnado del Dr. Weiss encarnado magníficamente por Arnold Marlé (que recuerdo ya había trabajado junto a Diffring en la adaptación televisiva) me parece lo mejor de la función.



De hecho, la larga conversación que mantiene con Georges y que se extiende a unos inusitados ocho minutos (¡!) me parece el mejor tramo de toda la película.

La aceptación de la vida frente a la negación de la muerte.

Después de todo, para qué vivir eternamente si no puedes compartir esa vida con alguien al que amar y que te ame.

Y de ahí el intento final de Georges de convertir a Janine, aun en contra de su voluntad, en su compañera para toda la vida.



Y ese final, que parece extraído de la citada obra de Wilde y donde se le echan de golpe todos esos años en los que ha existido pero no vivido.





Y ese fuego purificador con que finalizaba siempre Roger Corman sus películas y de las que la bella actriz británica fue partícipe hasta en tres ocasiones (LA OBSESIÓN (1962), EL CUERVO (1963) y LA MÁSCARA DE LA MUERTE ROJA (1964)).

Seguramente, un título menor dentro de la filmografía de Terence Fisher, quizás porque pese al talento del director, la palabra se impone a la imagen, algo que va en contra de sus mejores propuestas donde predomina claramente la puesta en escena vertiginosa.

Y sin embargo, una película que bien podría ser un prólogo a la futura (pero cercana) LAS DOS CARAS DEL DR. JEKYLL (1960), una de las películas malditas de su director, pero una de las adaptaciones más personales que se han llevado a la gran pantalla de la citada obra de Stevenson.

El encanto del mal.



ADENDA:

TALES OF FRANKENSTEIN / “THE FACE IN THE TOMBSTONE MIRROR” (1958)

Director: Curt Siodmak.

Producción: Hammer Film Productions Ltd. / Screen Gems, Inc.

Productor: Michael Carreras.

Productor adjunto: Curt Siodmak.

Guion: Catherine y Henry Kuttner, basado en una historia de Curt Siodmak.

Dirección artística: Carl Anderson.

Fotografía: Gert Andersen.

Montaje: Anthony DiMarco, supervisado por Richard Fantl.

Reparto: Anton Diffring (Barón von Frankenstein), Helen Westcott (Christine Halpert), Don Megowan (La Criatura), Wilhelm (Ludwig Stossel), Richard Bull (Max Halpert).

Duración: 27 m 27 s. (Copia en DVD editada por el sello británico Lionsgate en 2012 como contenido adicional de la edición en BD de LA MALDICIÓN DE FRANKENSTEIN de Terence Fisher).

Rodaje: febrero de 1958.



Como ya acabo de comentar, uno de los motivos por los que el actor alemán Anton Diffring finalmente encarnara al protagonista de “EL HOMBRE…” fue su participación en este episodio piloto (y que jamás llegó a ver la luz) que, en principio, iba a formar parte de una serie denominada “Tales of Frankenstein” y que constaría de 26 episodios, de media hora de duración, 13 de ellos se rodarían en Hollywood y los otros 13 en Bray (la base de operaciones de la Hammer en Inglaterra).

Lo más destacado de esta (abortada) propuesta es la aparición de algunos nombres ilustres que intervinieron en este episodio piloto titulado “The Face in the Tombstone Mirror”.

El hermano pequeño del gran Robert Siodmak, Curt, se encargaría tanto de la dirección como de la elaboración del texto que sirvió de base argumental de la propuesta.

Recordemos que Curt Siodmak fue uno de los guionistas estrella de la Universal en los años ‘40 y que de su puño y letra surgieron películas tan míticas (y en algunos casos ciertamente demenciales) como EL HOMBRE INVISIBLE VUELVE (1940), EL HOMBRE LOBO (1941), FRANKENSTEIN Y EL HOMBRE LOBO (1943), SON OF DRACULA (1943) o LA ZÍNGARA Y LOS MONSTRUOS (1944)…

… aunque no podemos dejar de mencionar su contribución a uno de los mejores títulos del fantástico de todos los tiempos, como es I WALKED WITH A ZOMBIE (1943) de Jacques Tourneur…

El guion propiamente dicho lo elaboraron la pareja (en la vida real) de escritores formada por Henry Kuttner y C(atherine) L(ucille) Moore, dos de los grandes autores de fantasía y de ciencia ficción de los años ‘30 y ‘40.

Lo ajustado del metraje (menos de media hora, contando las – previstas – pausas publicitarias) no permite más que esbozar esta nueva versión del carismático Barón y de su Criatura y se limita a tomar elementos tanto de las obras canónicas de la Universal como de la propia Hammer.

La creación de la Criatura (valga la redundancia, dado que nunca me gustó la palabra Monstruo) es un simple preámbulo para el nudo gordiano de la historia.





Esta nos narra la llegada al castillo del Barón del matrimonio Halpert, formado por Max (Richard Bull) y Christine (Helen Westcott, a la que los cinéfilos de pedigrí recordarán por su papel de esposa del protagonista – Gregory Peck – en la obra maestra del western, EL PISTOLERO (1950) de Henry King), con el fin de encontrar una cura para la enfermedad del primero que le ha conducido a las fauces de la muerte.





Y es que ellos infieren de que si ha sido capaz de crear vida a partir de cadáveres, igualmente podrá preservar aquella de los estragos de la enfermedad.

Sin embargo, el Barón se negará a atender los requerimientos de la pareja, lo que provocará la muerte de Paul.

Pero Frankenstein se ha dado cuenta de que las manos de Paul, manos de artista, le vendrían muy bien a su Criatura…





Y no sólo las manos, sino un cerebro que pertenece a una buena persona y no al de un criminal como es que posee el ser creado por él.

Y hasta ahí puedo contar.

Como decía, demasiadas ideas y escaso tiempo para desarrollarlas y donde además, curiosamente, se recicló el maquillaje que el gran Jack Pierce había elaborado para las obras seminales del personaje y que la Universal-International había vetado en la primera entrega del personaje a cargo de Terence Fisher.

Curiosamente, Fisher retomaría en la ya mencionada más arriba EL CEREBRO DE FRANKENSTEIN la bella idea del espejo en el que la Criatura se ve reflejada y donde esta se da cuenta del Monstruo (esta vez sí) en el que se ha convertido.



Una lástima que la propuesta no saliera adelante.





Pero siempre nos quedará París…

Feliz tarde, y buena suerte.

Bravo as usual amigo Alcaudón.

Cuando pueda me pongo con la Hammer.

Iniciado por cinefilototal

Me falta "la maldición del hombre lobo", esperaré a que haya alguna ofertilla para pillarla.

La he pillado reciente en Amazon a buen precio.

El hombre que podía engañar a la muerte (The Man Who Could Cheat Death, 1959), de Terence Fisher



Poco que añadir al documentadísimo análisis de Alcaudón. Como señala en su comentario, se trata de un film muy dialogado, excesivamente para mi gusto, lo que provoca que la tensión y el ritmo del film se resienta por momentos.

En mi opinión, la película parte de un guion poco trabajado, con demasiadas incoherencias e hilos argumentales desaprovechados. Por ejemplo, el asunto del trasplante de la glándula (muy confuso, que se superpone a la pócima rejuvenecedora) resulta poco atractivo visualmente (esa pequeña glándula en un recipiente de cristal me parece de lo más cutre).

Tampoco se acaba de aprovechar la atmósfera creada en el arranque del film, con ese París bajo la niebla (tan parecido al habitual Londres de los films de terror), donde actúa mortíferamente alguien con habilidades de cirujano, lo que nos trae a la memoria a Jack el Destripador, que por aquellos años (la película transcurre en 1890) aterrorizó las calles londinenses.

Ni se saca suficiente partido a la doble condición de científico (dirige una clínica en la que no sabemos qué hace) y escultor del Dr. Bonnet (Anton Diffring), ni a la desaparición de una modelo (que vuelva a la pantalla al final, cuando la dábamos por muerta). Tampoco la investigación policial tiene interés, a pesar de contar con el habitual Francis De Wolff. Ni la verbosa participación en la trama del Dr. Ludwig Weiss (Arnold Marlé).

Por último, irónicamente, el hombre que pudo engañar a la muerte durante décadas (contaba 104 años), cae él mismo en un engaño de lo más simplón urdido por el Dr. Gerrard (Christopher Lee). Demasiadas incoherencias o lagunas de guion como para que el resultado sea satisfactorio.

Queda, eso sí, un brillante tratamiento del color, a cargo de Jack Asher, un buen trabajo de ambientación, y algunos momentos de impacto, especialmente esos planos desde el interior de la caja fuerte donde Bonnet guarda la pócima que le permite conservar su apariencia antes de la operación, o sus transformaciones, inquietantes más por la coloración de la piel que por la deformación del rostro.



Y, claro está, siempre nos quedará la imagen voluptuosa de la bella Hazel Court, aunque su personaje daba para mucho más, vista la ambigüedad moral con la que lleva en esa especie de menage à trois con Bonnet y Gerrard.



A pesar de los aciertos citados, no me parece que la película que ocupe un lugar especialmente destacado dentro de la obra de Fisher. Veremos qué nos depara la próxima, que será, supongo, The Mummy, ¿no, Alcaudón?, de la que guardo un buen recuerdo,

Seguramente aunque tengo algún título intermedio bastante interesante por comentar aunque con tanta revisión no sé si centrárme sólo en Terence Fisher o perecer en el intento.

En mi base de datos la pongo como magnífica película... bueno, a mi me gustan las obras de teatro... pero tendré que revisarla, lo malo es que hay que buscarla y encontrarla...