Otro de los detalles que olvidé mencionar es el de las ventanas.
Tanto el personaje de Bertil como un soldado/paciente del psiquiátrico, aparecen en varios planos detrás de una ventana, como si fueran meros observadores, hasta que finalmente deciden de algún modo dejar de ser espectadores pasivos para dar la cara y posicionarse ante lo que ven (salvar el matrimonio en el caso de Bertil o defender a Viola ante el acoso del psiquiatra, indicando en este último caso que el soldado ya ha hecho la vista gorda anteriormente).
Será más tarde, en la secuencia del tren frente a los hambrientos supervivientes alemanes cuando Bergman vuelva a incidir sobre esto, ya que el matrimonio de Ruth y Bertil deciden dar alimentos a los hambrientos mientras que en un camarote contiguo donde estan bebiendo y festejando, bajan cruelmente la persiana, dejando en el plano el reflejo de las ruinas.
Todo ello parece indicar lo que muy acertadamente comentaste sobre la crítica que el director hace acerca de la barbarie del nazismo sobre el espectador, que retomaría bajo la forma de hipnótico thriller el director Lars Von Trier en Europa.
El momento al que me referí ayer en el que los personajes coinciden en un mismo plano, sucede también desde las ventanas del tren, donde los personajes comentan con una evidente falta de sinceridad, su situación actual.
De nuevo, parece que se indique que los personajes fingen cuando se encuentran tras una ventana.
Por cierto, me resultó curiosa la secuencia que precede al encuentro de las dos parejas, en la que Ruth, que no para de incordiar a Bertil, le pide que abra la ventana del camarote, para lo cual Bergman abre el plano con un primer plano del jarrón que contiene las flores (de nuevo, el líquido elemento, asociado en este caso a la mencionada fertilidad de Ruth).
Este parece tener problemas para abrirla, hasta que Ruth se acerca y abre la ventana con suma facilidad (insinuando probablemente problemas de fertilidad de Bertil, ya mencionados en la secuencia del hotel, cuando este se prepara para salir y rechaza a Ruth, que se ha desnudado frente a el).
Más imágenes simbólicas, como la crueldad con que trata el amante militar de Ruth a la serpiente, arrojándola encima de un nido de hormigas, regodeándose frente a Ruth hasta que la pobre consigue huir (clara indicación de misoginia, en una película donde Bergman muestra al género masculino con particular desprecio).
El mencionado reloj, tema como has apuntado frecuente en la filmografía del director
Y algunos de los pocos momentos de felicidad y vitalidad en la vida de Ruth y Volstag en la escuela de baile
Cierto es, como mencionas, que son demasiados elementos para una película de tan poca duración y por ello la fluidez de la narración sufre en algunos momentos (particularmente la historia paralela de Viola, que empieza siendo algo intrusiva), algo que tal vez el director habría resuelto más satisfactoriamente en el futuro, aunque pese a todo me ha parecido una película mejor de lo que esperaba, grácias en mi caso a la poderosa fuerza de las imágenes y el buen hacer del director tras la cámara (de hecho, la película podría casi funcionar como un film mudo).