Vale la pena verlo. Es de esos films imperfectos que a veces acaban teniendo más interés que obras más redondas. No sé si el hecho de que el guion fuera ajeno precisamente permitió a Bergman actuar más libremente y concentrarse en instantes, en imágenes, de una gran fuerza, más allá de la historia narrada. A mí me parece que con la secuencia de la botella en el compartimento del tren, en que el protagonista cree/desea matar a su mujer, Bergman da un salto enorme en la evolución de su cine. De ese momento se podría decir que sale todo De la vida de las marionetas, así como muchos otros momentos de su obra.