El tema de la Suecia de posguerra me parece que da para mucho. Del visionado del cine de Bergman, y de la lectura de sus libros autobiográficos, se desprende que esa imagen un tanto idealizada de la Suecia socialdemócrata no corresponde a estos años. Bergman insiste en recordar que, por ejemplo, el nacionalsocialismo gozaba de amplias simpatías en Suecia (por parte de su padre, por ejemplo), donde el papel de la iglesia luterana tenía un peso decisivo.
Es constante en el cine de Bergman una desconfianza absoluta en la burocracia, en el aparato del estado. Quizá ello permita entender algo mejor sus conflcitivas relaciones con el fisco sueco y su tendencia a aislarse en la isla de Faro.