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Tema: Revisitando a Ingmar Bergman

Vista híbrida

  1. #1
    Senior Member Avatar de mad dog earle
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    Predeterminado Re: Revisitando a Ingmar Bergman

    Unos años antes de Encuentros privados, de Liv Ullmann, película que comenté hace unos días, Bille August dirigió otro guion autobiográfico de Ingmar Bergman: Las mejores intenciones, de 1991. Hay dos versiones de esta película: la televisiva, una serie compuesta de 4 capítulos, con una duración total de 333 minutos, según esta edición de Cameo; y el montaje para salas, incluido en esa misma edición de Cameo, con una duración de 174 minutos. La versión televisiva tiene un formato cuadrado (1,33:1, a pesar de lo que indica erróneamente la ficha de MD), mientras que el de la cinematográfica es panorámico (1,85:1). También en esta ocasión, como pasaba respecto al film de Ullmann, podemos leer el texto tal como lo publicó Bergman en 1991, en traducción al castellano publicada por Tusquets. No se trata de la transcripción del guion, sino de una obra que se aproxima a una novela, ya que a los diálogos se añaden amplísimas acotaciones y comentarios en primera persona del mismo Bergman: muy recomendable, también desde el punto de vista literario.

    Comento la versión televisiva, notablemente más extensa, aunque el esqueleto narrativo se mantiene en la versión para cines (a costa de eliminar algunas secuencias y reducir otras, lo cual lo sufre especialmente el personaje de la madre del protagonista, Alma Bergman). A lo largo de los cuatro capítulos, que tienen duraciones distintas, vamos a ver cómo se conocen los padres de Bergman (al igual que en la película de Ullmann ya comentada, aparecen con los nombres cambiados: Erik, el padre, se llama aquí Henrik, y Karin, la madre, Anna, encarnados por los mismos actores que en Encuentros privados, Samuel Fröler y Pernilla August), cómo llegan a casarse después de superar diversos obstáculos, cómo tienen el primer hijo y, finalmente, cómo se separan temporalmente, precisamente cuando Anna está embarazada del segundo hijo, o sea, de Ingmar Bergman. El propio Bergman en su libro deja bien claro desde el principio que va a contar la historia de sus padres, aunque introduzca elementos de ficción.

    El primer capítulo nos muestra el contraste entre Henrik Bergman, un joven con escasos recursos económicos que estudia para pastor luterano (vive de lo que le da su madre, que da clases de piano en un pueblo, o de lo que consigue de unas tías, además de sus ingresos por dar clases particulares), y Anna Akerblom, una joven de buena familia que estudia para enfermera. Al inicio del film, él mantiene una relación amorosa con una camarera (Lena Endre, la protagonista de Infiel). Por medio del hermano de Anna, Henrik se introduce en el círculo familiar de los Akerblom, pero no puede evitar la hostilidad de la madre y cierta desconfianza del padre, un hombre ya mayor (Max von Sydow).



    A pesar de todo, la pareja se enamora, pero la relación queda abortada poco después cuando la madre descubre la existencia de la amante de Henrik. Durante una breve estancia de Henrik en la casa de verano de los Akerblom, que ha propiciado su primer encuentro sexual con Anna, la madre fuerza la ruptura.

    En el segundo capítulo Anna, que rechaza los intentos de reconciliación de Henrik, cae gravemente enferma, lo cual la obliga a pasar una larga temporada en Suiza. Mientras tanto, Henrik es ordenado pastor. A pesar de que la relación se ha roto, Anna le escribe una carta, pero los padres de Anna la interceptan, descubriendo así que su hija ha variado sus sentimientos con respecto a Henrik. La madre intenta alargar la ausencia de Anna mediante un viaje por Italia, pero la muerte del padre precipita el regreso a Suecia y provoca que la madre confiese a Anna haber quemado aquella carta, con lo que en realidad acaba sellando la relación entre Anna y Henrik. Ya comprometidos, la pareja visita la madre de Henrik que no puede ocultar su contrariedad, ya que no cree que sea la mujer ideal para su hijo.

    En el tercer capítulo, Anna y Henrik viajan hasta un pueblecito rural, Forsboda (que corresponde al parecer al pueblo real de Forsbacka), donde él ha de ocupar el puesto de pastor auxiliar. Las condiciones son duras: condiciones climatológicas extremas (se trata de un pueblo situado en el norte del país), ambiente rural, un conflicto en ciernes en la fábrica que da empleo a buena parte de la población, una casa ruinosa, una capilla que hay que restaurar (donde Henrik quiere que se casen, lo cual origina una violenta discusión con Anna, ya que lo planificado es hacerlo en la catedral de Upsala). A pesar de todo, se casan en Upsala y se instalan poco después en el pueblo.



    Con el tiempo Anna tiene un hijo, mientras Henrik inicia un conflicto con el propietario de la fábrica, Nordenson, un tipo despótico que se niega a que sus hijas sean confirmadas. Más tarde, el matrimonio Bergman acoge un extraño niño huérfano, Petrus (sin duda, el personaje más perturbador del film).

    El último capítulo nos narra el creciente deterioro de la relación matrimonial. Por un lado, Anna no soporta seguir viviendo en el pueblo. Por su parte, Henrik rechaza una oferta para trasladarse a Estocolmo, ya que considera que su lugar está en ese pueblo cada vez más tensionado por las huelgas y los conflictos laborales (estamos en plena I Guerra Mundial, con el estallido de la revolución rusa de fondo). Hay un violento enfrentamiento verbal en la capilla entre Henrik y el industrial, ante sus hijas, una humillación que este no va a olvidar, lo cual repercute en la relación que tiene Henrik con las mujeres del pueblo, atemorizadas por las consecuencias de la acción del pastor. Anna, cansada de ocuparse de Petrus, decide que ha de volver con su tía. Al día siguiente, el chico intenta tirar al río al hijo pequeño (en la secuencia más tensa y espeluznante de toda la serie). Es la gota que desborda el vaso: Anna vuelva a la casa materna en Upsala con su hijo, embarazada del segundo. En el pueblo, Nordenson se suicida y Henrik vive como un ermitaño.

    En la última secuencia, Henrik regresa a Upsala y se encuentra con Anna. En una fría conversación, le confiesa que ha aceptado la oferta de Estocolmo y que se irán en el otoño, cuando ya habrá nacido su segundo hijo (Ingmar nació el 14 de julio de 1918).



    Hasta aquí la sinopsis. August hace una lectura un tanto convencional, aunque sobria y efectiva, del guion de Bergman, algo que ya pasaba en la película de Ullmann sobre las relaciones de los padres del director sueco. Parece como si en un caso y en el otro el peso de tener que ilustrar la vida del maestro frenara a los “discípulos”, falta atrevimiento, cierta osadía que en cambio siempre mantuvo Bergman en sus películas, por muy autoreferenciales que fueran. Si algo se desprende de las memorias literarias y fílmicas de Bergman es precisamente una cierta impudicia, algo exhibicionista, a la hora de mostrar su vida. Bergman aplica sin piedad el bisturí para abrirse en canal, sea lo que cuenta real o ficticio, pero estas adaptaciones son demasiado pulcras. Aun así el film de August, lo mejor que le he visto dirigir hasta la fecha con diferencia (de hecho, después de dirigir Pelle el conquistador y esta película, tengo la impresión que August no ha vuelto a levantar cabeza, como mínimo no ha confirmado las expectativas que se depositaron en él), vale la pena. Aún más, la lectura del libro de Bergman.
    Última edición por mad dog earle; 01/06/2016 a las 15:44

  2. #2
    Moderador Avatar de Campanilla
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    Predeterminado Re: Revisitando a Ingmar Bergman

    Vista por fin "Barco a la India".



    Interesante tercera película de Bergman que pondría a la altura de la primera; "Crisis". Por ahora me han gustado ambas más que su segunda película "Llueve sobre nuestro amor". De hecho, el metraje se me pasó en un suspiro, cuando me di cuenta ya había acabado. E incluso me supo a poco.

    No es una de sus grandes historias, de hecho es muy sencilla, pero tiene algo especial. Eso de hacer un inicio breve y que toda la película sea prácticamente un flashback, unido a unos personajes que son totalmente infelices, hicieron que me resultara muy atractiva.

    Los actores están todos espléndidos y hacen que te "encariñes" con sus personajes, porque hasta el más malo de la función no deja de ser un pobre desgraciado.

    Cuando comento películas no me gusta explicar demasiado (más bien nada ) acerca de su argumento (además, ya mad dog earle lo comentó todo estupendamente en su día) porque siento que hago que pierda magia para el próximo que se acerque a verla. Así que normalmente prefiero comentar así en general y destacar algunas escenas o momentos. En esta ocasión hubo una escena que me sorprendió mucho y fue la del molino.



    Esa escena amorosa me pareció magníficamente rodada. Él bajando la escalera para marcharse y...

    Spoiler Spoiler:



    También me encanta cómo refleja la curiosa relación a cuatro bandas que se establece y cómo todo el mundo lo sabe todo pero lo calla y lo acepta a regañadientes. Especialmante intersante me pareció la relación que se establece entre...

    Spoiler Spoiler:


    La manera de presentar al personaje femenino (la amante) también es interesantísima. Encerrada en una habitación sin saber nada más de ella. Sólo que conoce al protagonista, tuvo algo con él y ahora parece estar enferma y/o deprimida. Entrar en ese cuarto al mismo tiempo que el protagonista e ir descubriendo cómo es y qué pasó, resultó para mí algo casi hipnótico.

    No esperaba encontrarme con este tipo de película y la he disfrutado muchísimo. Un Bergman a reivindicar desde mi punto de vista.
    Última edición por Campanilla; 13/06/2016 a las 21:41

    "El único modo de ser feliz es amando. Si no sabes amar, tu vida pasará como un destello" - The Tree of Life

  3. #3
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    Predeterminado Re: Revisitando a Ingmar Bergman

    Esa secuencia del molino es excelente y poco habitual en Bergman. Creo que sugiere de una manera muy bella la primera relación sexual de los dos personajes. Anteriormente, se ha insinuado que el chico es virgen, que está acomplejado además por su pequeña joroba. La manera como se relacionan, en ese molino que situado sobre una colina, me recuerda (ya lo apunté en su día) la manera como Hitchcock solía resaltar momentos clave en las relaciones de sus parejas (por ejemplo, en Sospecha o Recuerda o Cortina rasgada o incluso Los pájaros), a menudo sobre una colina o montículo.

  4. #4
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    Predeterminado Re: Revisitando a Ingmar Bergman

    Refloto el hilo de Bergman para informar a quien pueda interesar que este próximo mes de setiembre están programadas dos sesiones de En presència d'un clown en la Filmoteca de Catalunya (martes, 6, a las 17.00; miercoles, 21, a las 20.00), film de Bergman de 1997 producido para la televisión. Como es el único largo de Bergman que no he visto (excluidas sus filmaciones de obras teatrales para la televisión), no me pienso perder la cita. Prometo comentario en este hilo.

  5. #5
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    Predeterminado Re: Revisitando a Ingmar Bergman

    Gracias por comentarlo, mad dog earle.

    Aunque, en mi caso, mi horario laboral me lo impedirá, espero con ganas tus comentarios.

    Por cierto, hace poco pude encontrar una copia de la edición remasterizada de Persona, uno de los títulos que me faltaban (no me hice en su día con la edición de Filmax).

    A ver si me sirve de excusa para, en breve, poder volver a coger el hilo, que estos últimos meses me está siendo difícil poder ver cine en casa en condiciones.

    Saludos.
    "And at the instant he knew, he ceased to know"

  6. #6
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    Predeterminado Re: Revisitando a Ingmar Bergman

    Vista finalmente En presencia d’un clown (Larmar och gör sig till), producción de 1997 para la televisión basada en un guion del propio Bergman. Copia en versión original subtitulada en catalán, gracias a un ciclo sobre la música de Schubert en el cine (!!!) de la Filmoteca de Catalunya.

    Primero algunas aclaraciones: el porqué de Schubert se justifica doblemente, tanto por el uso que se hace de algunos fragmentos de música de piano del compositor vienés, como por el hecho de que la vida (casi mejor decir la muerte, como resultado de una larga enfermedad originada por la sífilis) del joven músico ocupa un lugar central en el argumento.

    Por otra parte, el título en catalán (o en castellano, “En presencia de un payaso”, o en inglés, “In the Presence of a Clown”) no es una traducción del original, que al parecer (cito imdb porque mi conocimiento del sueco es menos que básico) más bien intenta traducir la expresión “Struts and frets” que aparece en un fragmento del acto 5, escena 5, del “Macbeth” shakespeariano, fragmento que se cita en la obertura del film y que se corresponde con esta traducción al castellano: “La vida no es sino una sombra pasajera, un pobre actor que se contonea y consume su hora en la escena, y luego no se le escucha más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de sonidos y furia, y que nada significa.” Ese “struts and frets” parece que corresponde a eso que se traduce como “se contonea y consume”: Si alguien puede aclarar mejor este aspecto, se lo agradeceré. Esta digresión viene a cuento porque el payaso o clown del título en otras lenguas aparece ciertamente en el film (más bien, la payasa), pero como una presencia simbólica que sólo afecta a uno de los personajes, como comento de inmediato.

    En el film confluyen la mayoría de puntos de interés que afloran en toda la última fase de la obra de Bergman como creador de imágenes: cine, música, teatro y, por encima de todo, las autorreferencias biográficas, además del tema de la muerte, central en toda su producción. El personaje central es Carl Akerblom, el hermanastro de la madre de Bergman, que en Fanny y Alexander respondía al nombre de Carl Ekdahl y estaba encarnado por el mismo actor, Börje Ahlstedt. Carl, un pintoresco inventor, está ingresado en un sanatorio mental (en cuyos pasillos Bergman hace un cameo como uno de los internos) donde va a coincidir con el profesor Vogler (Erland Josephson), otro de los enfermos. Carl y su amante, Pauline, y Vogler y su mujer, inician una aventura estrambótica: la primera película hablada en directo de la historia, es decir, un film en que las voces de los personajes están declamadas en directo por los mismos actores. El film trata sobre el amor de Schubert por Mizzi (¿prostituta?, ¿condesa?), su enfermedad y su trágica muerte (Carl interpreta a Schubert). La acción se traslada a la vetusta sala de cine de un pueblo azotado por una fuerte tempestad de nieve. Allí la representación va a contar con la presencia, entre otros espectadores (más bien pocos), de Karin Bergman, la madre de Ingmar (interpretada una vez más por Pernilla August). Al final, después de diversos incidentes que obligan a transformar la proyección en una representación teatral (el cine se convierte en teatro, la imagen en palabra viva), ficción escénica y realidad se funden en el desenlace. A todo esto, el payaso (o payasa) es una inquietante figura que se aparece a Carl ya en el sanatorio (y que lo ronda en la sala de cine), con un marcado simbolismo que nos remite a la muerte. Una muerte, en todo caso, provocativa y juguetona, con un alto componente sexual y escatológico (en el doble sentido de la palabra).



    Si en El séptimo sello la Muerte era un personaje con la cara blanca de un payaso, aquí es directamente un payaso, en una ironía muy bergmaniana.





    La película está filmada con un estilo marcadamente televisivo, siempre en decorados, con profusión de planos cortos. Una vez más, como en otros films de la última época bergmaniana, la fuerza radica por encima de todo en el texto y en las interpretaciones, excelentes todas ellas. Hay dos presencias a destacar, en especial para cinéfilos inquietos: Pauline, la amante de Carl, es Marie Richardson, que muchos recordaréis como la fogosa Marion de Eyes Wide Shut de Kubrick. También nos suena la cara del proyeccionista, Peter Stormare, el inolvidable doctor Solomo de Minority Report, de Spielberg. Además, localizamos también entre el público (que Bergman filma a menudo como las caras de los espectadores de La flauta mágica) a Lena Endre, actriz que hemos visto en Las mejores intenciones, de Bille August, e Infiel, de Liv Ullmann.

    En resumen, un Bergman en estado puro, menos ambicioso quizá desde el punto de vista formal, pero tan potente como siempre en su contenido. Una nueva demostración que Bergman se tomó siempre muy en serio sus trabajos para la televisión. Y con este comentario creo que completo el periplo a través de la obra bergmaniana.
    Última edición por mad dog earle; 07/09/2016 a las 11:52

  7. #7
    adicto Avatar de Vogler
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    Predeterminado Re: Revisitando a Ingmar Bergman

    Debo decir que, aunque hace mucho tiempo que no participo en el foro por diversas causas, por circunstancias de la vida he entrado a leer este inmenso hilo y me ha parecido muy interesante.

    Me cuesta felicitar a unos y no a otros por el interés de sus comentarios pero no puedo obviar la linea seguida por el iniciador del hilo, mad dog earle, tanto por su buena idea de lanzar esta visita a la obra completa de Bergman como por haber mantenido una línea de comentarios francamente interesantes.

    Hace tiempo, para una web dedicada al cine, preparé un escrito con una serie de comentarios sobre el cine de Bergman, a modo esquemático de presentación de su obra para quienes aún no lo conocieran, y de ese largo escrito saco este comentario a En presencia de un clown que, dada su reciente vista por parte del creador del hilo, me parece que puede aportar algo.

    "En presencia de un clown (1997), es una película realizada en video para la televisión que, como he dicho más arriba, demuestra palpablemente que si lo que habitualmente vemos en nuestras pequeñas pantallas es inane y falto de interés no lo es por el formato sino porque o bien las cadenas no está interesadas en suministrar calidad o porque en la actualidad no se dan con frecuencia creadores del talento del que nos ocupa o, me temo, porque ambas situaciones confluyen en perjuicio del espectador.

    Partiré diciendo que es una obra que me ha parecido magnífica, hacía tiempo que un film no conseguía conmoverme con sus imágenes como en este caso, y me ha reafirmado que Bergman con todos sus excesos y defectos, con toda su retórica y su obsesivo mundo, es uno de los mayores talentos del cine mundial de todos los tiempos.

    Me temo que deberéis perdonar que desvele muchas partes de la película pero en una film como éste, cuyo interés consiste en él mismo no en el teórico suspense de la trama, el problema es menor. Por otra parte quería analizar con un poco más cuidado esta obra ya que, a diferencia de las otras anteriormente comentadas de las que todo o casi todo está dicho, en este caso, por su novedad y por la dificultad de su contemplación se puede realizar un estudio sin temor a la repetición, más limpio.

    La película comienza con un largo prólogo donde presenta a sus personajes. Este prólogo tiene lugar en la época del cine mudo en una clínica psiquiátrica donde nuestro protagonista, Carl Åkerblom, está siendo tratado debido a su actitud violenta, provocada por una enorme insatisfacción interior, que le ha llevado a agredir a su novia Pauline. Su obsesión es Schubert, su música y su vida, y se pregunta insistentemente sobre la reacción del músico al descubrir que iba a morir al verse infectado por la sífilis. Pone en un gramófono una y otra vez un fragmento de su música y se encuentra en un estado de excitación considerable. El doctor que le atiende, cansado y escéptico no es capaz de sacarle de su mundo, ni de conectar con él, en un paso más del director en mostrar las carencias de la psiquiatría para aliviar los problemas humanos.

    Sin embargo, en su estancia del hospital recibe tres visitas, una de un nuevo paciente, Osvald Vogler amable y culto, esposo de una riquísima mujer muda, que le habla de la libertad interior que, encerrada en uno mismo, es imposible de destruir, enfrentada a la libertad aparente, convencional, y que consigue llamar la atención de Carl con una de sus lecturas. Carl le habla de sus proyectos, nada menos que realizar la primera película sonora y ambos se ilusionan con la idea de llevarlo adelante con una obra sobre el final de la vida de Schubert. Posteriormente, una vez que su compañero ha abandonado la clínica, recibe a su novia, muy enamorada de él, a pesar de todo, que quiere ayudarle y que se implica con él en sus proyectos con el fin de que consiga liberarse e su tormento interior.

    Pero entre los dos encuentros, en un momento de soledad, despertándole de un sueño y a los acordes de la melodía de Schubert que le obsesiona, tiene un tercer encuentro, un encuentro escalofriante con un personaje que ha reconocido desde su infancia, un clown ambiguo de figura femenino con el que mantiene un enfrentamiento dialéctico y que trata de atraerle sexualmente. La luz ha cambiado, se ha hecho lechosa, a diferencia de en otras películas suyas hay una clara distinción entre las imágenes de la realidad y las de los sueños. La imagen de la muerte se le hace presente pero de una forma alucinada, fantasmagórica.

    No obstante este preludio termina con una escena positiva y esperanzadora, cuando Osvald Vogler aparece ahora acompañado de su mujer – sordomuda - ofreciéndole financiación para su proyecto. Ya, en esta parte, se empiezan a analizar las relaciones del arte con la realidad, cuando, por ejemplo, ante la exposición de Carl a su novia del proyecto de film, en el que mezcla los últimos momentos de Schubert con la historia que Osvald leía en su estancia en la clínica, ella reacciona diciéndole que lo que va a exponer en su película no es cierto, que no coincide con la realidad, a lo que Carl responde que eso no tiene importancia, es cine.

    Este prólogo está realizado con precisión, no sobra ni falta nada, define a los personajes aunque, por ponerle algún defecto, resulta un tanto explícito en alguno de sus símbolos, no olvidemos que es un producto para televisión.

    Pero a partir de aquí, en el centro neurálgico del film, hay un giro en la realización, mucho mas emotiva y cálida. En una elipsis magnifica se nos presenta a los personajes en plena gira de actuaciones con el nuevo sistema de cine sonoro, elemental pero ingenioso. La mujer de Osvald, les ha abandonado en vista de la poca repercusión del invento, y les ha dejado sin dinero, solo el que pueden ir rebañando de sus actuaciones pueblo tras pueblo apenas suficiente para mantenerlos. La industria que, en opinión del director, debe ser sorda y muda, abandona al artista si no hay dinero de por medio.

    Han llegado al pueblo natal de Carl, y pretenden dar una representación en una casa desvencijada. Su madrastra, aún relativamente joven, trata de conseguir que abandone el proyecto en una ambigua conversación con Paulina a la que él no asiste. Osvald, está viviendo en su propio mundo esperando que vengan a por él para llevárselo con su esposa y ser internado.

    Se han vendido once localidades y empiezan a llegar los espectadores, uno a uno, personalizados por las explicaciones de la anfitriona en el pueblo, buscando en el acontecimiento un avance en la cultura. También acude la hermana de Carl, que ha querido verle. Y empieza el espectáculo. Bergman filma las expresiones arrobadas de los espectadores ante la filmación, están asistiendo a algo importante, se sienten espectadores de algo grande, están fascinados. De pronto, la lamentable y precaria instalación eléctrica comienza a arder, y el operador, trata de apagarlo, la película se interrumpe y el color blanquecino del reflejo de la pantalla en los rostros se torna cálido.

    En ese punto el espectáculo pasa de la pantalla a la realidad, los espectadores contemplan los esfuerzos de extinción del fuego como si fuera un espectáculo, no están asustados, es como si las claves simplemente hubieran cambiado, la realidad es también el espectáculo. Tras el incidente y ante la imposibilidad de seguir con la proyección, y el mal tiempo reinante, Osvald propone continuar la representación pero en vivo, utilizando la iluminación de las velas que acaban de encender, teniendo en cuenta que son ellos mismos los actores de la película y que conocen sus papeles. Los espectadores aceptan encantados.

    El cine se transforma en teatro pero, aún más , en el paso del primer “acto” al segundo, y como consecuencia de un cambio de escenario, los espectadores pasan a situarse en el lugar ocupado anteriormente por los actores, e incluso una de las espectadoras propone la lectura de un bello texto, lo que, tras el acuerdo de todos, hace emocionada. El público se ha convertido en representación, lo real y lo imaginario se confunden, todo es una representación, todos son actores y público. El mismo Osvald, que desde que su mujer les abandonó parece vivir en un mundo aparte, confunde continuamente su realidad con la representación.

    Mientras tanto y fugazmente durante la representación, el clown se deja ver a Carl un par de veces, esta vez sin disociación de ningún tipo, ni de luz ni de color, solo las notas del tema musical. La segunda vez, aterrado, interrumpiendo su papel cae al suelo angustiado, lo que da lugar a uno de los momentos más bellos del film, la hermana acude rápidamente e inclinándose acerca el rostro al de su hermano y le musita palabras de tranquilidad en un precioso plano que me recuerda por su intimidad y calidez el de Anna y Agnes en Gritos y susurros, cuando Anna acoge a la enferma en su regazo. La emoción aparece de una manera simple y pura, sin retórica. Una vez más el contacto y el calor humano sirven de bálsamo a los terrores internos.

    Finaliza la obra, la tempestad de nieve remite y todo el mundo, que ha asistido más que a un espectáculo a un ritual de comunicación, tiene que abandonar el lugar. Osvald a requerimiento de unos alguaciles que venían a recogerle ya lo ha hecho anteriormente. Antes de despedirse pasan uno por uno por delante de Carl y Pauline apuntándoles unas frases de admiración, como los fieles se despiden del celebrante del ritual religioso al concluir el oficio, uno de ellos, que no se pierde ningún acontecimiento cultural –según comentaba la anfitriona a su llegada - les hace un comentario sobre la superioridad del teatro sobre el cine.

    Quedan conversando con la hermana que reitera su deseo de que Carl permanezca con ellos, con su familia, lo que es rechazado y aceptado por ella con cariño. Se nota que todo ha terminado, no solo la representación de ese día, sino el sueño. No hay dinero, Paulina y Carl están solos de nuevo. En el breve epílogo ambos están dormidos cuando el clown vuelve a aparecer, la luz blanquecina inunda la pantalla y las notas de Schubert despiertan a Carl que, angustiado, despierta a Pauline, la violencia incontrolada vuelve a aprisionarle, ella, que no puede ver al payaso, espera su agresión aceptando resignada su papel. Finalmente él, desesperado, viendo lo que está a punto de hacer, se retira de ella e intenta quitarse la vida pero ella lo abraza y se tiende sobre él confortándole. Fin

    La emoción creada por esta hermosa película es imposible de explicar, si tenéis ocasión de verla no lo dudéis, pues es tan difícil encontrar cine que hable del hombre y de los sentimientos de forma tan apasionada, que no se pueden desperdiciar las ocasiones."
    Por otra parte diré que, tras comprar el DVD francés de la película editada por Capricci, me dediqué a realizar una autoría del mismo añadiendo subtítulos en castellano al mismo, que es la versión que tengo.

    Muchas gracias por el placer de la lectura de este hilo a todos los participantes.

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