Pues precisamente la BSO, aún gustándome, creo que está demasiado presente en algunas escenas. No llega a hacerse molesta, pero creo que hay escenas que hubieran precisado de silencios en vez del tema principal que tanto se repite en la parte final.

Visualmente, eso sí, ningún pero. Sam Mendes dirige con estilo y es una delicia para la vista.