¿Sabes la cantidad de obsesiones y entretenimientos que una persona puede acumular en una vida mortal?

Todavía no he cumplido los cuarenta años, y ya he cultivado: la lectura (no he leído, ni de coña, todo lo que quisiera), el cine (no he visto, ni de coña...) la música (ya sabéis), la astronomía, la fotografía, el modelismo, la acuarofilia y la pasión por los cómics. Todas esas cosas son algo que he experimentado y sigo experimentando con las lógicas reservas de tiempo, dinero y espacio (sobre todo, espacio, ¡que no me queda! ).

Si me dieran un castillo en Transilvania para guardar mi colección, y encima tengo fondos para aumentarla y cultivarla, y tiempo para mantenerla... pues me pasaría 10 años tan solo ordenándola de una u otra forma en las estanterías

Una de las cosas que más me mortifica es que soy de letras, y un absoluto cenutrio en cuanto a lo que suponen las matemáticas y las ciencias como la física. Algo que detesto porque me hubiera gustado saber más de programación, mecánica, electrónica... pero reconozco que es ya tarde para mi, me da mucha pereza meterme a ello, a nivel hobby, por lo que lo he desechado. ¡Si en vez de los 50 años que (siendo reservado) me quedan de vida, me quedase un tiempo incalculable, tendría tiempo para todo!

La inmortalidad, sea vampírica o no, casi siempre es presentada como maldición. EL propio conde Von Krolock recuerda con cierta melancolía los días de juventud. Los vampiros se aburren en sus torres y castillos, y se dedican a cultivar harenes infinitios, intentar conquistar el mundo, formar sociedades secretas malignas, adorar al demonio y cosas parecidas para evadirse.

Pero el punto, es que nosotros no podemos (de ninguna manera) hablar de la inmortalidad con propiedad. Podemos filosofar sobre lo divino y lo humano, pero no tenemos el nivel espiritual que nos daría la vista panorámica suficiente para opinar con conocimiento. Podemos sospechar que, tras unos cuantos siglos de experiencias, el aburrimiento sería mortal. Pero en nuestro lecho de muerte, si nos dieran a firmar por la inmortalidad, ¿quien soportaría la tentación?

Uno de los mejores ejemplos de inmortalidad vampírica que he visto es el de la película italiana "Hanno cambiato faccia" donde un joven directivo de una empresa de automóviles es invitado a cenar a la residencia de campo del dueño de su empresa, el ingeniero Nosferatu (yo no iría a cenar a casa de ese tío ni aunque me pusieran trufa blanca en la mesa ). Resulta que el ingeniero es un vampiro que se dedica a crear una red (telaraña sería un término apropiado) para dominar amplios sectores de la sociedad humana: elige, cuando son bebés tan solo, a hombres y mujeres, a los que, cuando son adultos, "adoctrina" y pone al frente de sus muchas empresas. Así, él elige a los políticos, a los directores de grandes empresas, a los altos cargos del clero, a los que mandan en los medios de comunicación, a los artistas... cuando esas personas envejecen o mueren, los cambia por otras nuevas, en un proceso continuo. Me pareció una idea muy interesante (y más productiva que limitarte a ver como crecen las telarañas en tu castillo).