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Lo cierto es que nunca estuvo muy claro que Roman fuera a dirigir el proyecto. Para ello tenía que ser aprobado por William Castle, que era, como ha dicho mad, el poseedor de los derechos de la novela: la entrevista tuvo lugar en el despacho de Castle que, según declaraciones, veía a Polanski como un joven insolente, presumido y chulo, y para Castle, la entrevista era un trámite: educadamente, le diría que él no era el adecuado para el proyecto. La subsiguiente entrevista acabó durando tres horas, durante las cuales evidentemente, las primeras impresiones del veterano cineasta cambiaron, ya que al terminar la entrevista ya estaba decidido que Polanski dirigiría la película.
En sus memorias, Polanski pone el énfasis en que fue Evans quien le ofreció el proyecto, que le dio las galeradas de la novela (aún no publicada), que las leyó durante la noche en la habitación de su hotel, y que a la mañana siguiente ya se subió al carro. Es obvio que si Castle tenía los derechos de la novela algo tenía que conseguir (en este caso, ser el productor), pero quien cortaba el bacalao era Evans y la Paramount.

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Polanki comentó que siempre tuvo dudas acerca del proyecto, ya que él era agnóstico y no creía en dios, ni en un demonio, y por lo tanto la historia estaba en contradicción respecto a sus creencias personales. Y que el escape para solucionar el problema fue dar una segunda vía de explicación a los hechos: la locura de Rosemary. Polanski estructura su película de modo que todo puede ser verdad: las casualidades, los nombres, los hechos, puede haber una conjura de brujos. Pero también pueden ser fruto de una mente enferma, fruto del embarazo, de la inseguridad de Rosemary y del choque de sus creencias religiosas (educada como católica) y las de su marido (ateo y anti-clerical).

Polanski quería que el espectador sacase de la película la opción que prefiriese: brujería o locura. Yo pienso que la "conspiración" es real, y que "La semilla del diablo" es una película sobre brujos, y desde ese punto de vista, como digo, esa primera cena entre las dos parejas es muy sugestivo: en un momento dado, Minnie (incomensurable acierto de casting ya comentado) y Rosemary friegan en la cocina los platos de la cena, y Minnie parece llevar a cabo su tarea mucho más lentamente de lo necesario, mientras Roman y Guy hablan en el salón, nada se escucha de su conversación, la chica solo acierta a ver el humo de los cigarrillos que fuman.
Bueno, discrepo, aunque supongo que es una discrepancia inevitable precisamente por la misma forma de enfocar la película de Polanski, al dejar las dos posibilidades abiertas (algo que también pasa en la novela, pero en mucha menor medida, debido a que en la novela no vemos lo que le pasa a Rosemary, lo tenemos que imaginar, y el tono del relato condiciona). A mí simplemente me parece mucho más interesante la lectura agnóstica que la de la conspiración, aunque si se quiere esta también funciona. Si todo quedara en una conspiración de chalados, podría ser más fácil de aceptar, pero como dice Polanski, eso de imaginarse al diablo violando a una joven en Nueva York resulta un tanto ridículo (a no ser que se apueste descaradamente por el género terrorífico en su vertiente más bizarra, algo que no hace Polanski). Polanski repite algunas de estas consideraciones a la hora de comentar La novena puerta, donde de manera mucho menos afortunada vuelve a aparecer el tema de las sectas satánicas.