El director californiano Sam Peckinpah (1925 – 1984) es uno de los más peculiares, con más fuerte personalidad, entre los cineasta norteamericanos que surgieron en la década de los 60, procedentes de la televisión. Formado en el ámbito teatral, y después de diferentes trabajos en el cine, en especial a la sombra de Don Siegel (incluido un pequeño papel como actor en La invasión de los ladrones de cuerpos, de 1956),
Peckinpah se consolidó como un guionista y director de series de televisión pertenecientes al género del western. Así, entre otras, participa en Gunsmoke, The Rifleman, Broken Arrow y, en especial, The Westerner, una de las más apreciadas por la crítica, cuyo protagonista era Brian Keith.
Y fue precisamente Keith quien jugó un papel esencial para que Peckinpah diera el salto a la dirección de largometrajes, al insistir que se le contratara para The Deadly Companions, una película de la Carousel Production, producida por Charles B. FitzSimons a mayor gloria de su hermana, Maureen O’Hara.
The Deadly Companions significó el inicio de una corta pero intensa carrera, concretada en la realización de 14 largometrajes, que serán la materia que revisar en este hilo:
Compañeros mortales (The Deadly Companions, 1961)
Duelo en la alta sierra (Ride the High Country, 1962)
Mayor Dundee (Major Dundee, 1965)
Grupo salvaje (The Wild Bunch, 1969)
La balada de Cable Hogue (The Ballad of Cable Hogue, 1970)
Perros de paja (Straw Dogs, 1971)
Junior Bonner (Rey del rodeo) (Junior Bonner, 1972)
La huida (The Getaway, 1972)
Pat Garrett y Billy el Niño (Pat Garrett and Billy the Kid, 1973)
Quiero la cabeza de Alfredo García (Bring Me the Head of Alfredo Garcia, 1974)
Los aristócratas del crimen (The Killer Elite, 1975)
La Cruz de Hierro (Cross of Iron, 1977)
Convoy (Convoy, 1978)
Clave: omega (The Osterman Weekend, 1983)
14 films en 22 años no es una cifra corta, menos si pensamos que en los primeros 17 años dirigió 13 films, abriéndose luego un hueco importante entre Convoy y The Osterman Weekend, cinco años sin estrenar ninguno. Tengamos en cuenta que Peckinpah empieza a dirigir largos ya en edad madura (36 años) y fallece todavía joven, con 59 años, pero tremendamente desgastado físicamente, a causa del alcohol y las drogas, y un ritmo de trabajo extenuante. Peckinpah solía encadenar un rodaje con el siguiente, de manera que en más de una ocasión el montaje final quedó en manos de las productoras, en buena parte por imposición de estas. La historia de sus rodajes es ella misma una historia “de película”, llena de enfrentamientos, alcohol, discusiones, más alcohol, despidos, mucho más alcohol, y decepciones. A pesar de todo, entre sus 14 largos hay un ramillete de películas excelentes.
Confieso que no soy, a día de hoy, un admirador de Peckinpah. Me gustan algunos de sus films, los que quizá son más apreciados en general (Duelo en la alta sierra, Grupo Salvaje, Quiero la cabeza de Alfredo García), pero tengo muchas reservas sobre varios de las restantes. Hay algunas películas que no he visto, o solo fragmentariamente por televisión (en concreto, no recuerdo haber visto nunca Los aristócratas del crimen, y solo me vienen a la memoria imágenes sueltas de La cruz de hierro y Convoy). En todo caso, la adscripción genérica al western de la mayoría de sus films (incluso se podrían catalogar como tales algunos ambientados en el presente, como Junior Bonner, Quiero la cabeza de Alfredo García o Convoy) obliga a considerar a Peckinpah, creo que sin discusión, el mayor director de westerns habido de la década de los 60 hasta ahora, para algunos a la altura de los grandes: Walsh, Wellman, Hawks o, incluso, Ford.
Sobre Ford, no me resisto a citar una declaración que hizo Peckinpah con motivo de la muerte del gran director, que se produjo durante el rodaje en México de Quiero la cabeza de Alfredo García: “La gente suele comparar mi trabajo con el suyo. La mayoría de las veces son chorradas. Para empezar, no me gustan la mayoría de sus últimas películas. Me encantó El delator y Las uvas de la ira, y - ¿cuál era la otra? - La ruta del tabaco. Su mejor western fue Pasión de los fuertes. Fonda estaba magnífico. Centauros del desierto, me pareció horrible. Me encantó el libro, pero la película me pareció una mierda [ahí, duele, ¿eh, Alcaudón?]. Pero supongo que a él tampoco le gustaban muchas de mis películas. Creo que éramos diferentes”. Genio y figura: lenguaje directo, tendencia a la grosería, independencia radical, no “chuparle la polla” a nadie, son características reconocibles en Peckinpah, y bastantes problemas tuvo por ello.
La cita está extraída del libro “Sam Peckinpah. Vida salvaje” (editorial T&B, 2007), de Garner Simmons, guionista, productor y director de televisión, y amigo de Peckinpah, al que acompañó en buena parte de sus últimos años para dar forma a esta magnífica biografía, llena de testimonios de amigos y “enemigos” (a veces, la misma persona pasaba de una condición a otra con suma facilidad). Por cierto, Simmons aparece en algunos documentales incluidos como extras en la magnífica edición de Versus de The Deadly Companions (con la que empezaremos el recorrido).
Peckinpah gustaba de rodearse de un equipo de técnicos y de actores más o menos recurrente, aunque eso no les evitaba a los contratados las broncas u ocasionalmente el despido. Entre los técnicos, podemos destacar al director de fotografía Lucien Ballard (cinco films) o al compositor Jerry Fielding (también cinco films). Entre los actores, repiten a menudo Warren Oates, L.Q.Jones, Slim Pickens, Strother Martin, R.G.Armstrong, Ben Johnson, Emilio Fernández… También estuvo en buena sintonía con Steve McQueen (protagonista de dos films) o Kris Kristofferson (presente en tres de sus películas). Se podría decir que los equipos de los films de Peckinpah formaban un auténtico “wild bunch”.
Añado otro texto para los curiosos: “Sam Peckinpah” (Cátedra, 1995), de Francisco Javier Urkijo, que no he leído todavía (aunque hay que decir que empieza mal: situando su nacimiento en 1926 en lugar de 1925… será una errata).
Así pues, veremos qué nos depara esta revisión. A diferencia de otras que hemos impulsado en los últimos años [cuento ahora con Alex, Alcaudón y espero que con algunos más de los “sospechosos habituales” ], siempre siguiendo el modelo de revisar una filmografía completa por orden cronológico (Bergman, Verhoeven, Jarmusch, Cronenberg, Ray, Polanski, Hitchcock y Antonioni, las dos últimas todavía en curso), en esta ocasión se trata en mi caso de una revisión muy abierta, con enormes interrogantes, porque hay films que no conozco o que he visto solo una vez y hace tiempo, o porque los he visto más de una vez pero no me convencen. Me gustaría pensar que, al final de las 14 películas, podré poner a Peckinpah en un lugar destacado en mi panteón cinéfilo particular. Y si no, como quizá diría el amigo Sam, “que le den”.