Sigo viendo claro que el principal argumento para adquirir una pantalla de televisión es una prueba práctica.
Pero conviene atenerse a unas premisas básicas. No basta con acudir al establecimiento más cercano y mirar durante diez minutos quince pantallas diferentes en condiciones desfavorables de luz.
Es el típico error del consumidor medio..., ya que así queda a merced del vendedor, muy dado a ponerle un lazo a un higo.
La prueba práctica debe incluir, obligatoriamente, condiciones de luz semejantes a las privadas, autonomía de ajuste, multi-trasteo con archivos propios, gozar de tiempo suficiente para valorar todos los parámetros...
Y no está de más la asesoría profesional.
En mi caso, todo esto lo consigo acudiendo a un centro verdaderamente especializado, de plena garantía y confianza. Y, una vez tomada la decisión y realizada la compra, dispongo de quince días de intenso rodaje en mi propia casa. Si algo no me gusta vuelvo al punto de partida.
Así llevo haciéndolo muchísimos años y no voy a modificarlo porque me ha ido de fábula. Soy muy exigente con la imagen..., quizá demasiado
De todas formas reconozco que los datos técnicos nunca restan, siempre suman. Su conocimiento puede evitar acudir a pecho descubierto a la selva tecnológica y ser engullido por algún caimán.
Y mis ojos, o son muy mentirosos o deben tener algo contra la tecnología LED..., porque cuando se apagan las luces, me parece una imagen, no sólo pobre, sino incluso molesta. Dicho sin ningún ánimo de ofensa a sus defensores...
Un saludo.