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El Confidencial
Rubalcaba a Zapatero: "Pagaremos caro el enfrentamiento con Prisa porque les vamos a necesitar"
Jesús Cacho
La del martes 9 de octubre de 2007 será una jornada para el recuerdo en el Grupo Prisa. “Estaban brindando con champán”. Un juez de Madrid acababa de dictar un auto que cambiaba de forma drástica el curso de la guerra que el grupo que preside Ignacio Polanco mantiene con Mediapro. Una pelea de fuerte contenido político, además de dinerario, en la que se enfrentan dos grupos económicos en pugna por el favor del Gobierno Zapatero.
La decisión estratégica de José Luis Rodríguez Zapatero de volcarse en apoyo del grupo que comanda Jaume Roures, dando la espalda a la tradicional vinculación de Prisa con los Gobiernos socialistas, fue examinada en una reunión que el propio Presidente mantuvo en el Palacio de La Moncloa durante la última semana de agosto con su ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el hombre que hace de enganche entre Zapatero y Mediapro, el ex secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso.
De acuerdo con fuentes consultadas por este diario, cercanas al entorno amical del propio Barroso, Pérez Rubalcaba mostró su disgusto con una situación que está colocando a Sogecable, sociedad cotizada en Bolsa y participada al 80% por el grupo Prisa, contra las cuerdas a cuenta de la guerra del fútbol, territorio que la cadena de televisión La Sexta ha invadido haciendo añicos el statu quo de la temporada anterior.
“Vamos a pagar caro lo que está pasando con el grupo Prisa en la guerra del fútbol y creo que tomar partido es un grave error, porque vamos a necesitar muy pronto el apoyo de El País y la SER para las elecciones”, habría asegurado, de acuerdo con las fuentes, el ministro del Interior, cuya vinculación con el grupo Prisa, en general, y con su consejero delegado, Juan Luis Cebrián, en particular, es conocida desde siempre.
En presencia de Zapatero, la posición de Rubalcaba fue rebatida por Miguel Barroso, para quien Prisa ya no está en situación de convertirse en árbitro de una campaña electoral como en el pasado, “porque lo que no podría hacer nunca ese grupo es llevar a Rajoy de la mano a La Moncloa; nadie lo entendería; sería un salto en el vacío que volvería locos a sus lectores”.
En opinión de Barroso, el grupo Prisa podría, “como mucho”, mantenerse más o menos neutral en la batalla preelectoral que se avecina, “lo cual podría no ser malo del todo para nosotros, porque un toque de vez en cuando de El País nos puede venir hasta bien”.
Siempre de acuerdo con las fuentes, Rodríguez Zapatero habría terciado en el debate posicionándose a favor de las tesis de Barroso, para disgusto de un Rubalcaba que –además de no haberse llevado nunca bien con Barroso- desde hace meses viene oficiando de buzón de las quejas del Grupo Prisa contra el Presidente, en su política de apoyo al grupo de sus amigos Barroso, Roures, Contreras y Cía., un apoyo que el mundo editorial y político ha entendido como el deseo de construirse un grupo de comunicación propio.
Cebrián enseña los dientes
La respuesta de Prisa a Zapatero ha tenido su punto culminante, de momento, esta misma semana, el pasado lunes 8, con motivo de la intervención de Cebrián en el “Foro Nueva Economía” en la que, apuntando directamente contra Barroso, dibujó una crítica feroz al Ejecutivo, asegurando que “la única norma relevante para el sector producida por este Gobierno es una ley de urgencia, aprobado su proyecto un 30 de diciembre, que, so pretexto de fomentar el pluralismo y regular la Televisión Digital Terrestre, resolvía algunas cuestiones menores que afectaban a diversos operadores del sector y permitía la concesión, casi inmediata, de una nueva cadena de televisión que fue adjudicada a unos antiguos socios del propio Secretario de Estado impulsor de la ley, entre los que se encontraban personas de la confianza y el aprecio personal del presidente del Gobierno".
Con todo, la feroz alusión a “los brujos visitadores de La Moncloa”, de quienes aseguró que “ya no cabe duda de que tenían en la vista una nueva ocupación del espectro financiero y mediático al hilo de su influencia en el entorno del presidente”, aludiendo directamente al intento de cambio en la propiedad del BBVA y Endesa, supuso un salto cualitativo que el mundo empresarial y financiero ha interpretado como un punto de no retorno en la guerra desatada entre Prisa y el Gobierno.
Para Cebrián, “más que ante una guerra, estamos ante un acto de sabotaje del que estamos obligados a defendernos”. Una guerra, atención, en la que el grupo Prisa no está solo, porque cuenta con el apoyo del ex presidente socialista Felipe González, que fue quien oficialmente declaró inaugurada esta batalla al hablar del “fuego amigo” durante el reciente acto de homenaje a Jesús Polanco.
Apoyo de los Polanco
¿Contaba Cebrián con el respaldo de los herederos del Imperio al hacer sus explosivas manifestaciones del lunes? En opinión de diversas fuentes, sí. “Las cuentas pendientes se saldarán en el momento procesal oportuno, pero ahora todos han cerrado filas, todos a una, y desde luego que Ignacio Polanco estaba al corriente”.
Ayer mismo en El País, mientras en página impar el gobernador del Banco de España rebajaba las expectativas de crecimiento para el 2008, advirtiendo de un comportamiento “a la baja” de la actividad económica, en página par Pedro Solbes arreaba estopa a la subida del salario mínimo que planea Caldera, una de las medidas sociales que prepara Zapatero para adornarse en la campaña electoral.
En este contexto, el auto dictado el martes por el juzgado número 36 de Madrid, que debe decidir quién tiene razón en esta guerra del fútbol, significó algo más que un balón de oxígeno para Prisa. Porque el juez no sólo aceptó las medidas cautelares que pedía Sogecable, sino que de su lectura se desprenden algunas claves para la futura sentencia que debe dilucidar definitivamente quién tiene razón en la pelea: si Mediapro o Prisa. Y la broma le puede costar cara a Jaume Roures y quienes financieramente le respaldan.