que tal y como escribí la semana pasada, era el que esperaba. Un final feliz en el que se juzgara quiénes son los buenos y quiénes los malos hubiera dejado a la trama por los suelos. El personaje más inocente y justo muere a manos de un ser sin escrúpulos al que amó. Esto unido a la barbacoa final en la que el ambiente está cargado de traiciones y la eterna sospecha para Alicia de qué pasó realmente el día que la apuñalaron supuso un punto y final poéticamente sucio y descarnado.
Lo que hemos visto es la cruda realidad. La justicia y el poder está en manos de astutos tramposos que con demasiada frecuencia cuentan con el tiempo preciso para hacer y deshacer a su antojo para huir de la quema.