Felicidades señor Diodati. Como regalo, aqui te mando dos relatillos mios ya que has puesto dos tuyos. (Espero que no te los tomes al pié de la letra.)
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La soledad
Recuerdo como sonaba su voz, su risa o su llanto y el sonido de sus pasos cuando regresaba a casa. Recuerdo el aroma de su perfume, de los cigarrillos que fumaba durante las largas conversaciones que manteníamos junto a la chimenea y de su piel. Recuerdo el calor que desprendia su cuerpo desnudo junto al mio, la fuerza de sus brazos estrechándome contra su pecho, las caricias de sus cabellos acariciando mi piel. Recuerdo su mirada penetrante y felina, su silueta al contraluz y el color de sus ojos en los dias de tormenta. Recuerdo el sabor de sus besos, esos besos que eran para mi el elixir de la vida.
Lo recuerdo todo como si lo estuviera sintiendo. Pero despierto y me golpea la cruda realidad. Ahora solo escucho el eco de mi voz en el recinto vacio que antes era mi hogar. Ese hedor a soledad me está matando lentamente, mientras que el frío que desprende me hace tiritar. Solo veo el hueco que ha dejado y siento en mi boca el sabor amargo de su pérdida.
Ella ya no está.
El sabor de la muerte. (O las consecuencias de la soledad)
Creo estar tendido en mi lecho, pero no estoy del todo seguro. Siento que no siento nada. Intento ver la claridad y no veo sino las mas oscuras tinieblas. No puedo sentir el aroma de la estancia que me rodea, y en su lugar percibo la tenue fragancia del vacio. Escucho sonidos huecos y perdidos, que no hacen sino alejarse hasta convertirse en murmullos casi imperceptibles a medida que pasa el tiempo. He olvidado las suaves caricias de la brisa vespertina sobre mi piel, y en su lugar solo siento un frio ardiente y distante.
Mis sentidos van apagándose lentamente, desconectándome de la realidad... ¿todos? No, el gusto es el único que conserva toda su clarividencia, pues percibo claramente el agridulce sabor de la muerte.
Me siento en paz conmigo mismo, pero hay tantas cosas que me quedan por hacer, que me arrepiento haber tomado esa terrible decisión. Intento aferrarme al último halito de aire que entra en mis pulmones, pero ya es demasiado tarde, pues el sabor es cada vez mas intenso....
... cada vez mas intenso...
...
...
...
...hasta que desaparece.