Ya hay que ser intolerante para pretender decirles a los demás en qué emplear o no su tiempo, qué ver o dejar de ver e incluso con cuánta frecuencia o cómo opinar en según que hilos en un jodido foro de opinión. La crítica documentada y argumentada a según qué contenidos (de macrocorporaciones muy específicas, claro) les cortocircuita de tal forma que el retrato de cuerpo completo ya no es entrañable sino desopilante.




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