Esta noche...
Rizos de oro (y 4
...).
Procuraré no extenderme demasiado más en el comentario de esta película: la vida de Cenicienta es dura, y por demás, muchas de las cosas que he comentado/iba a comentar, ya las ha dicho el compi Alcaudón.
Habíamos dejado a la rubiales y al don Tristón metidos en una especie de que si sí que si no. Al día siguiente, el desconocido "queriendo hacerse el simpático", no sabemos con qué intenciones, empieza a hacerse amigo de nuestra heroína de dorados mechones. De pronto los encontramos juntitos jugando al ajedrez junto a la chimenea, y como si se hubieran conocido de toda la vida. "Qué hermoso pelo dorado" (carabirurí, carabirurá
), dice de pronto acariciando la cabeza de Daisy. No sé, pero esta historieta de amor es de lo que menos me gusta de la película. Pasa todo muy de repente, sin sentido, y te lo tienes que creer porque sí. Hay otras historias de amor en el cine mudo (quizá es cosa de la sentimentalidad de la época) así (como en Metrópolis, o El estudiante de Praga, o La luz que mata)... pero te las crees porque digamos que el contexto de la historia es más simbólico y más sentimental, por así decirlo. Aquí estamos en el Londres de los años 20, hay un asesino suelto y a nadie le parece importar que la rubia hija de la casa, víctima potencial de un maníaco peligroso, se ponga a tontear con un desconocido... Encima, durante toda esta secuencia suena una especie de cancioncita pop-sentimental absolutamente grimosa, cantada por una parejita melocotonera, como ya ha señalado Alcaudón. Y con todo, hay toques inquietantes que sólo parece ver el espectador: el modo tan teatral en que coge el atizador de la chimenea...justo como poco antes cogía el cuchillo del pan...
El desconocido, además, tiene una pila de monedas sobre la repisa de la chimenea, y cuando la madre le dice que debería guardar el dinero mejor, porque "eso es tentar a la Providencia", enigmáticamente le responde que "la Providencia tiene cosas más serias de qué ocuparse". Una frase sentenciosa, que parece sacada casi de una película de Fritz Lang...
Esa noche, el padre se va a sacar un dinerillo extra haciendo de camarero en una cena. No volverá hasta la mañana siguiente, y Joe también tiene que irse, no sin antes exhibir jactanciosamente las esposas que le piensa poner al Vengador. Y cuidado... estamos a martes, el día en que actúa el asesino..."Cuando le haya puesto la soga al cuello al Vengador (¿tenía ya Hitch en mente cierta película con precisamente ese título
?), pondré un anillo en torno al dedo de Daisy". Más despacio, compañero
... Entre tanto, le da por practicar con la chica, y le acaba poniendo las esposas a ella (no es de extrañar que le acabe cogiendo manía
; por cierto que entre los cuadros que retiraron de la habitación, estaba el de una rubia en pelotas atada a un árbol a la que liberaba un caballero: curiosamente, acabaremos viendo algo parecido en el tramo final de la película, pero con una inversión de roles). Ante el escándalo que arman, acaban apareciendo la madre y el Don Tristón, que mira nuevamente la escena con cara de dolor de tripa, o algo así. Finalmente, hacen las paces, y Joe y la madre se quedan solos comentando por enésima vez lo raro que es el nuevo, y de pronto, al pies planos se le ocurre una pregunta acuciante "Ese inquilino suyo ¿no querrá hacer daño a Daisy?" Elemental, querido Joe
. "¡Qué va, no es de ésos..!", dice la madre, a la cual, el como sean los inquilinos parece que se la trae al pairo en tanto paguen religiosamente las facturas. "Es un poco rarito (pues sí, sin duda), pero todo un caballero". Estos
british...
Nuevas escenas de coristas en un vestuario. La mayoría andan con miedo ya y no se atreven a ir solas por la calle. El Big Ben y las filas de
bobbies perfectamente alineados y filmados con una regularidad mayestática que ya quisiera para sí Leni Riefenstahl nos recuerdan que seguimos en Londres. Pero aunque en guardia, y funcionando como un reloj, la ciudad no es segura. En éstas, el desconocido sale de pronto de su habitación, embozado como Nosferatu en la escena del carruaje encantado y actuando como si no quisiera ser visto, ni oído, por nadie.
La madre se ha quedado sola, y duerme en una buhardilla de estética tan expresionista que esperamos que en cualquier momento vaya a aparecer por ahí un sonámbulo de metro ochenta y nueve, pintado como una puerta y esgrimiendo un cuchillo afilado...
Y efectivamente, algo no va bien. Su sueño es inquieto y agitado. Hay alguien rondando la escalera. Hitchcock la filma de manera soberbia, como anticipando a esa otra memorable que salía en Vértigo, o a la de Psicosis. Puntuada por una mano delatora, que parece anticipar a los surrealistas:
Naturamente, es una película muda y no oímos los ruidos, crujidos, roces, susurros... Pero casi los sentimos. Como en el Drácula de Browning, la ausencia de ruido aumenta la sensación de extrañeza y de peligro. La madre se asoma finalmente a la ventana y confirma sus sospechas: el desconocido ha salido de la casa.
Una de las chicas que salió del teatro riñe con su novio y acaba yéndose a casa sola. No llegará. Se detiene en un lugar fatídico, marcado, como ocurría en tantos clásicos del cine silente, en Caligari (no lo olvidemos: es el primer serial killer de la historia del cine, y esté quizá sea el segundo o tercero), en Nosferatu, por la presencia de un farol y complementado por una arquitectura de apariencia medieval que nos remite al horror gótico de forma casi inmediata. Fijémonos en el sitio, que volverá a salir. Allí encontrará la muerte, momento que Hitchcock señalará con una sombra de nosferatiano cuño cayendo sobre la incauta, y luego con otro primerísimo plano de la chica gritando, tal y como ya vimos uno al principio de la película (¿no recuerda también un poco a una de las calles parisinas por donde será perseguido y finalmente acorralado el Fantasma de la Ópera en el clásico con Lon Chaney? Pero no adelantemos acontecimientos...):
No oímos su grito, que despierta a los gatos, a los traperos y pone en alarma a los bobbies, pero casi, casi. A pesar de la policía y de las jactancias de Joe, el asesino sigue suelto y muy activo...
(continuará...)