Un paso adelante para un autor tan peculiar como Laxe, que firma su película más accesible pero también la más angustiosa, kamikaze e impredecible. Gran uso del sonido y tropos visuales de estética documental, combinado por un tono profundamente existencial y a ratos de oscura aventura que casi remite a Herzog o Friedkin. Imprescindible verla en el cine por su propuesta sensorial y para apoyar títulos tan desafiantes que se alejan de la mediocridad imperante.