Esta pequeña y yo diría que olvidada película de ciencia ficción, solo la había visto una vez antes, hace ya bastantes años, y curiosamente, mis impresiones sobre ella las tenía frías; apenas recordaba nada de lo que me había parecido. La volví a ver hace poco. Afronté la película casi como si fuera el primer visionado que le echaba, aunque recordando que la impresión que en general se tiene de ella no es demasiado agradable.




Tiene apenas una hora y media de metraje; seguramente el espectador medio acostumbrado a las pelis de Michael Bay y demás, dirá que es lenta y aburrida, o que no pasa nada a lo largo de la película: no hay villanos galácticos, no hay princesas espaciales, ni piratas, ni grandes luchas o persecuciones entre naves... pero bueno, eran los 70 pre-Lucas, cuando todas esas cosas aún no hacían falta y la ciencia ficción vivía una edad de oro, con películas de ciencia ficción que aprovechaba la excusa de su género "del mañana" para contar los problemas de hoy: Cuando el destino nos alcance, La fuga de Logan, La amenaza del andrómeda, La naranja mecánica... Naves misteriosas pertenece por derecho propio a aquella corriente, a esa "ciencia ficción ecológica" que denunciaba las barbaries del presente en un hipotético futuro.

Es una locura, dice Freeman Lowell, el protagonista (encarnado por Bruce Dern) en cierto momento, y qué razón tiene. Se nos cuenta una historia de nuestro "futuro" (principios del siglo XXI) donde la Tierra ha quedado devastada por la industrialización salvaje; toda vida vegetal y animal ha quedado destruida en nombre del progreso. Bueno, toda no: en Estados Unidos transplantaron varios de sus ecosistemas vegetales y animales en grandes cúpulas-invernadero, que ahora están perpetuamente dando vueltas en torno al planeta Saturno sobre una nave espacial. La idea es guardar esos últimos bosques para devolverlos a la Tierre y repoblar nuestro planeta, cuando los desastrosos efectos climáticos que han tenido lugar dejen de ser perniciosos para toda la vida.



Hay tres o cuatro naves orbitando en torno a Saturno, la que nos interesa es la Valley Forge. Con una tripulación de cuatro hombres, uno de ellos es el botánico Lowell, un auténtico enamorado de la naturaleza, guardián y cuidador de las cosas vivas, que solo vive para su trabajo. Se nos presenta como un hippie concienciado, y casi como un santo custodio de la poca vida que queda en la Tierra (los paralelismos con Francisco de Asis en vestimenta y trato con los animales al principio de la película no son casualidad).
Sus tres compañeros son una panda de borregos que se pasan el día haciendo el gilipollas y suspirando por el regreso a la Tierra, por dejar atrás lo que para ellos no es más que una larga misión engorrosa; ninguno de ellos comprende el valor de la carga que llevan, incluso se ríen de ella y la maltratan abiertamente, para disgusto de Lowell. En semejante compañía, no es raro preferir vivir entre plantas y animalillos.

Pasa el tiempo, y un día llega al fin, la ansiada comunicación de la madre Tierra: una comunicación que Lowell ve como la realización de su sueño (que los bosques y los animales vuelvan a casa, y el planeta sea repoblado). Nada más lejos de la verdad: repoblar la Tierra no interesa a nadie, y el costo de mantener allí esas naves es prohibitivo, así que los miembros de las naves volverán a casa y abandonarán la misión, volando por los aires las cúpulas que alberban los bosques antes de marcharse.


La noticia trastorna al botánico, que ve como sus compañeros celebran la noticia con gran alegría, y observa con horror como las otras naves destruyen sin más la última herencia de la Tierra que vio nacer a la especie humana; él no puede consentir eso. Tras intentar convencer a sus compañeros de que no obedezcan la orden, al darse cuenta de que es inútil, los mata a los tres, anuncia por radio a la Tierra sus muertes en una falsa avería, y luego conduce la nave más allá de Saturno, hacia los confines de nuestro sistema solar donde ningún radar ni nave de salvamento lo podrán localizar...

Es el punto de no retorno de la película, que imagino, desconcierta y desconecta a muchos que la vean. ¿Como simpatizar con Dern después de que mate a tres personas a sangre fría?
Bueno, ayuda bastante que los tres sean un hatajo de mamonazos, borreguitos adoctrinados (a la crítica de Lowell sobre la destrucción del ecosistema terrestre un compañero siempre le restriega que ahora ya no existen el hambre o el desempleo... como si eso justificara una masacre natural de ese calibre, el horrible precio pagado. Los tres son superficiales, fríos, incapaces de empatizar, con la mente embotada y carente de calidez humana. No resulta difícil para mi empatizar antes con el sensible y atormentado Lowell, a pesar de que un crimen horrible como el suyo no deja de ser un crimen horrible.

Dern pasa a comerse entonces la película él solo, o casi... a su lado quedan los dos androides de mantenimiento, a los que aprende a programar, dándoles nuevas funciones e incluso nombres humanos, Huey y Dewey. De hecho los robots parecen comenzar a desarrolar emociones y respuestas propias hacia el ser humano que los cuida, y a quienes él trata con gran cariño, como a auténticos compañeros. La película pasa a ser Dern y los robots en el espacio profundo, todo un tour de force para el setentero actor.




Douglas Trumbull venía de labrarse un currículum de los que no hay dos en el campo de los efectos especiales cinematográficos, y probó con la dirección en esta película. Naves misteriosas tuvo un presupuesto pequeño, y fue de hecho una película pequeña, casi sin actores, y sin más efectos que las maquetas requeridas para la nave interestelar dando vueltas para el espacio, y poco más.

Vista de nuevo... una hora y media. Un hombre fanático hundido en el espacio en pos de una causa justa, acompañado por dos androides que no hablan. A mi se me han pasado sus minutos en un abrir y cerrar de ojos.
Es una película-protesta, muy cercana en intenciones a Soylent Green, una película aviso. Y lo más triste de todo es que han pasado cuarenta años y el peligro que pronosticaba está lejos de resolverse; al contrario, seguimos cargándonos el planeta día a día un poco más, como si fuera infinito.

Naves misteriosas (digámoslo ya, cagada del titulador español pues el original sería "Naves silenciosas" más bien) es un tratado sobre la soledad y sus efectos en los seres humanos, en ese aspecto resulta desoladora; Lowell se lanza al espacio en un viaje sin final, sin un destino, para salvar lo insanvable, sabiendo que en su huida tiene el tiempo prestado y que el preciado tesoro que protege tendrá los días tan contados como él mismo.Sacrifica su vida y su cordura por proteger los últimos restos de un mundo que a nadie le importa ya una mierda. Y es que, qué cierto aquello de mejor solo que mal acompañado, pues, aunque no vemos en ningún momento cómo es la vida en la Tierra, sí podemos adivinarlo por el comportamiento de los compañeros, y de los propios responsables de las naves, que deciden destruir el poco verde que queda para que las naves puedan regresar al servicio comercial, mucho más lucrativo.



La película está llena de dilemas morales sin respuestas, una historia en la que, me gusta pensar, no hay ni buenos ni malos, solo seres humanos (bueno, y robots). ¿Es lícito acabar con el hambre en el mundo si el precio que pagamos es el propio mundo? ¿Y vale la pena observando el mundo que queda, aborregado, insensible y materialista donde parece que no han sobrevivido ni la cultura, ni la moral, ni la sensibilidad, solo el ansia por negocios millonarios?
Y Lowell, Lowell en sí mismo es todo un dilema, ¿el último hombre libre? Ya al principio nos lo muestran solitario, algo alienado después de soportar las burlas y desprecios de sus compañeros, que lo ridiculizan a la menor oportunidad solo por su forma anticuada de pensar. Hay que tener en cuenta que llevan varios años allí solos, y el acoso es el acoso, encima en condiciones de aislamiento tiene que tener un efecto devastador. Si a eso unimos la pérdida del sentido de toda su vida, y la posibilidad, remota e ilusoria, pero existente, de un futuro para ese mundo si él escapa con la nave... ¿el asesinato de los compañeros es, no diré justificable porque no creo que ninguno lo sea, pero, comprensible?

La banda sonora es increíble, con las dos canciones de Joan Baez de fondo, los efectos especiales son deliciosamente anacrónicos para la época, incluyendo alguna incongruencia científica propia de la época en que el cine de ciencia ficción no tenía que preocuparse excesivamente por ser creíble, los robots son geniales, probablemente fueron prototipos de los futuros androides de la saga de Lucas, Dern está aquí en el papel de su vida, y en alguna ocasión contó que recibe más cartas de admiradores de esta película que de ninguna otra suya...

En general creo que la película está olvidada. Para mi es... no sé si una obra maestra, pero le queda cerca. Pero es extremadamente hermosa y muy, muy reivindicable... se viene para mi top ten de la ciencia ficción de todos los tiempos