JORDI BARBETA - 22/01/2006


Un capitán de la legión hace gala de la brutalidad antidemocrática que le caracteriza, va el líder de la oposición y lo menciona como referencia de la situación por la que atraviesa España y el auditorio del Partido Popular aplaude y jalea. Al legionario por amenazar el orden democrático y a Rajoy por ser tan comprensivo con él. Hasta Fraga Iribarne se habría ruborizado. Comentando la jugada, el doctor Vila, un oftalmólogo con ojo clínico, me inspiró el titular: "Vuelve Torrente", me dijo entre alarmado y avergonzado... Torrente da risa, pero no es para tomárselo a broma, sobre todo si está dispuesto a volver, porque la España eterna que recuerda nunca fue graciosa. Advertía Machado que una de las dos Españas nos ha de helar el corazón, pero casi siempre acaba siendo la misma.

El capitán Roberto González Calderón explicó en una carta que no se atrevió a llevar en persona al ministro de Defensa que "se está desmembrando nuestra España". Pocos días antes, el general Mena Aguado teorizó la legitimidad de vulnerar la Constitución para defender la Constitución mediante una intervención del ejército si se aprobaba el Estatut tal como pretendía el Parlament de Catalunya, y el líder del PP, concluyó que "esto no pasa porque sí". En eso hay que reconocer que Rajoy llevaba razón. Después de años y años alimentando la idea de que España se rompe, resulta bastante comprensible que la canción se le pegue a cualquier guerrero con ardor, máxime si además se trata de un novio de la muerte de los de antes... Pero siendo el suceso más significativo y el que ha generado mayor desprestigio internacional a España, no es la cuestión militar el fenómeno más relevante de lo que está ocurriendo, ni tampoco el más peligroso. Afortunadamente, no hay problema militar en España, pero el PP ha mostrado lo que es capaz de hacer y de justificar en su estrategia de acoso y derribo al Gobierno de Zapatero. En su ofensiva, la derecha española política y social no sólo está justificando posturas involucionistas en el ejército, sino que ha organizado una quinta columnna en las instituciones que está pervirtiendo el funcionamiento democrático del país. No es ninguna casualidad que todos los cargos nombrados bajo el gobierno de Aznar y que jamás habían realizado declaración política alguna ahora coincidan incorporándose a la ofensiva de la derecha española repitiendo los mismos argumentos falaces sobre el contenido del Estatut y sobre cualquier iniciativa política que pueda atribuirse a mentes catalanas. Del presidente del Tribunal Supremo al gobernador del Banco de España, pasando por el presidente de Endesa, algunos miembros del Tribunal de Defensa de la Competencia o los jueces que han paralizado el traslado de los papeles de Salamanca. No se trata de discrepancias legítimas, sino de actuaciones políticas muy excepcionales que encajan perfectamente con el guión estratégico del PP.Ante esta situación, los que aprecian el sistema democrático, sean de derechas o de izquierdas, catalanes o andaluces, voten a favor o en contra del Estatut, tendrán que resisitir conjuntamente a la ofensiva involucionista y la peor manera de hacerlo sería renunciando a sus posiciones, por opuestas que sean. Sería claudicar. Los nietos de quienes gritaron ¡Viva la muerte! han encontrado el clima propicio para amenazar de nuevo. Habrá que plantarles cara, pero sin equivocarse. La democracia está por encima de las diferencias, precisamente porque las respeta.