Snow Crash, de Joe Cornish

Snow Crash, de Joe Cornish, espera comenzar su rodaje el año que viene
Frank Marshall actualiza el calendario de la adaptación del libro de Neal Stephenson.

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Joe Cornish lleva inmerso, aproximadamente, unos tres años en Snow Crash, una labor que ha compatibilizado con su trabajo junto a Edgar Wright en Ant-Man. Se trata de una adaptación de envergadura por el impacto de la novela original, considerada como uno de los referentes del género de la ciencia ficción contemporánea desde su publicación en 1992 — y eso que no es de las más largas de Stephenson, cuyos libros se suelen ir fácilmente a las 900 páginas– al inspirar entornos virtuales como Second Life o Google Earth y profundizar en la relación entre la historia, la lingüística, la religión y la ciencia a las puertas del siglo XXI.

Snow Crash es la historia de la pareja que forman un hacker y un skateboarder para combatir el virus cerebral que da nombre al título en una América distópica donde cobran especial importancia los fenomenos virales que hoy en día conocemos como “memes” y cierta biblioteca virtual cuyo nombre no hace falta ni mentar. 1992, recordemos.

La adaptación que prepara Cornish — en lo que se trataría de su segunda película como director tras Attack the Block –, ha permanecido bajo el radar durante todos estos meses, muy en buena parte por el hecho de que el guionista y realizador británico no se prodiga en los medios. En su lugar ha hablado el productor Frank Marshall, quien ha recordado el proyecto durante una entrevista a Collider, donde se ha limitado a expresar su deseo de que la producción pudiera comenzar en 2017.

“Las secuencias son fantásticas y van a permitir a Joe que demuestre la gran imaginación que tiene para crear esta clase de escenas”, explicó Marshall en referencia a uno de los puntos fuertes de Stephenson: su minuciosa descripción de largas set-pieces de acción (una de ellas, en su última novela Seveneves, tiene una longitud de unas 20 páginas) y que en Snow Crash, concretamente, comprenden combates con armas blancas con un filo del grosor de una molécula, por poner un ejemplo.

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