Hay algo curioso y significativo en este debate (o lo que sea): el hilo se abrió exponiendo que había una parte de la población que no estaba interesada en el fútbol (algo tan lógico y respetable como que te deje frío la ópera, la petanca o el cine de Manoel de Oliveira). A nadie se le ha ocurrido entrar al hilo del Mundial (que lo hay) para cuestionar o criticar la afición de los contertulios. Pero aquí sí que se ha entrado a reivindicar una forma determinada de vivir el fútbol y a descalificar la disidencia con argumentos tan pintorescos como que no participamos de la hermandad nacional, que somos insolidarios y antipatriotas (¡por no celebrar en mitad de la calle que un tipo meta una pelota entre tres palos y no considerar tal cosa como la realización de "los mejores sueños de los españoles"!), que nos comportamos como traidores, que posiblemente seamos holandeses infiltrados, y que deberíamos exiliarnos a la alta montaña... (en fin, esas contundentes razones que siempre han justificado la caza de brujas).

Luego, muy dignamente, se pide tolerancia y comprensión hacia todos los que toman las calles vociferando patrióticamente a pleno pulmón y bañándose patrióticamente en las fuentes públicas; hacia aquellos que, en vez de mostrar su alegría tranquilamente en el hilo correspondiente, sienten la necesidad de irrumpir en otro cuya temática no parece interesarles para expresar también aquí sus "ra, ra, ras" y verter acusaciones infundadas contra los que discrepen mínimamente de su desbordante flamear de banderas o prefieran moderación. Pues vale.

Alguien ha apuntado que el justificado entusiasmo viene provocado porque los futbolistas son los gladiadores modernos. Eso nos temíamos algunos: que se mantuviesen y se incitasen en el inconsciente colectivo los intereses básicos del antiguo circo romano.

En fin, que cada cual viva, disfrute y establezca sus prioridades como mejor sepa.