Pues que no inventen y sean más sobrios. Todo menos permitir una carcajada final. Porque el monumento simiesco es de traca de feria. La película funciona a nivel estético, con esa fotografía exultante de color, pero los personajes empatizan mucho menos que la versión de Schaffner, mucho más seria y reflexiva.
Por cierto, vuelvo a reivindicar la película de Curtis de 1970, Sombras en la oscuridad, que me dejó muy buen sabor de boca y sólo tenemos copias perrunas de emisiones televisivas. Y algunos ni eso siquiera.