Los dos Star Trek de Abarams son palomitadas excelentes, de lo mejorcito del blockbuster hollywoodiense, pero en el fondo la historia es bien sencilla: buenos contra malos, sólo que enrevesada con saltos en el tiempo o giros de guión más o menos rebuscados.
Esos sí, están tan bien hechas, y tienen ese ritmo endiablado, que las concesiones de guión, aunque te estés dando cuenta, estás tan metido en la historia y su vorágine, que las pasas por alto.
Respecto a las comparaciones, que son siempre odiosas, y más con algo con una serie de fans muy fans y de largo tiempo, como Star Trek, es que si no haces algo distinto, el público de ahora pasaría olímpicamente (porque, yo opino desde el punto de vista no trekkie, para mí que Star Trek estaba un poco estancada) y si haces algo distinto, los fans se te pueden echar encima. Dado el enorme éxito de taquilla de ambas películas, es de suponer que las intenciones de Abrams y Paramount se han conseguido: revitalizar la saga, conseguir nuevos seguidores, y parece que no enfadar mucho a los fans de toda la vida... Y para ello no quedaba otra que darle a Star Trek ese toque tan Star Wars que le ha dado Abrams (y que gracias a ello, ha conseguido el trabajo para el Episodio VII), y hacer una especie de parte reboot, parte secuela.
A mí, que no soy trekkie, me encanta ese toque que Abrams le ha dado, y se agradece que no se haya perdido del todo en Hollywood el saber hacer superespectáculos, que no ofendan, al menos en exceso, la inteleigencia de los espectadores, y se hagan con cariño no sólo hacia el público, sino también para con los personajes.
Ole por tí, J.J. Abrams.
Pero entiendo que a los trekkies de toda la vida, estas películas de Abrams les puedan producir úlceras.