El problema nunca es la presumible calidad de los productos ni las decisiones cuestionables asociados a ellos, la falta de coherencia, el caos narrativo, el desarrollo errático y desnortado cuando no contradictorio o los personajes anempáticos sin peso ni poso.
El problema siempre es que los críticos somos -istas, -fobos y demás epítetos despectivos. Esta me la conozco.




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