Discrepo. Que alguien tenía que plantarle acara a Risto, de acuerdo. Que Risto se quedó descolocado ante la actitud de Sandra también. Pero el comportamiento de Sandra fue de todo menos "sublime": perdió los papeles, estubo maleducada y se comportó de forma vulgar y barriobajera.
Una cosa es mostrar tu discrepáncia y hacerlo con contundencia, sin permitir que otros te pisoteen (creo que esta vez Risto estuvo desafortunado en sus comentarios, en su forma de exponerlos que no en su apreciaciones), pero Sandra se puso a gritar sin permitir que Risto terminase su valoración cuando éste estaba diciéndole que hablase cuando él hubiese terminado. Sandra hizo gala de una absoluta falta de modales, claro que tampoco puedes pedirle peras al olmo.
Y no excusaré a Risto en su enfrentamiento con Sandra porque ambos hicieron gala ayer de un comportamiento bochornoso. Risto cuando quiere puede ser sutil, irónico, ingenioso... ayer precisamente, al menos delante de Sandra, no hizo gala de todo ello.
Y el comportamiento el resto de jurado también canta demasiado y resulta ya cansino: la Galera y Javier Llanos infravalorando a Virginia solo por ser la "protegida" de Risto y haciendo la pelota al resto de concursantes (sobretodo a un Sandra que estuvo más vulgar y descontrolada que nunca en su actuación: todo fuerza sí, pero sin control, sin guía, y a la postre decididamente irritante); y por otro lado Risto infravalorando a Cheaper solo porque es el favorito del resto y porque los otros le menosprecian a "su Virginia" (Cheaper quizás no tendrá nada especial, no tendrá "angel", y posiblemente no llegaría a una final de "American Idol" pero tiene tablas, buena técnica, se deselvuelve bien, y resuelve su interpretaciones con nota). La única jurado que intenta mantenerse al margen de tanta tonteria y la única que hace valoraciones que son realmente constructivas y que enfocan aspectos técnicos y no meramente comerciales (como hace Llanos) o emotivos (como la Galera y Risto) es Cocó Comín.
En fin, hace mucho que esta nueva edición de OT perdió el rumbo y se decantó por el espectáculo más vulgar y deleznable, olvidándose de lo que debería ser el aspecto más prioritario: la múscia. A ello no solo han contribuido la generación más maleducada, prepotente, insolidaria y mezquina de triunfitos, sino también un jurado en constante enfrentamiento, un Llacer que ha perdido los papeles y a quien le viene grande el puesto y un Jesus Vazquez que ha perdido la objetividad y cada vez hace mayor gala de falta de profesionalidad.