Pero eso se da en muchos directores: o te interesan su mundo y sus problemas, o no. A mí las obsesiones de Allen, por ejemplo, sí me interesan; y las de Fellini, y las de Bergman. El universo de Almodóvar, sin embargo, no me dice nada.
Por supuesto, pero los contextos varían: Kubrick cuenta lo mismo en La Naranja y Barry Lyndon, y la planificación y actuaciones no pueden ser más distintas. Y hay un abismo visual de Bergman respecto a Allen.