Debo reconocer que al salir de la sala tuve dos sensaciones completamente contradictorias:
- Acabo de ver uno de los guiones más endebles de los últimos tiempos.
- Acabo de ver una de las historias de ciencia ficción más bellamente filmadas y emotivas que he visto en los últimos tiempos.
Y lo cierto es que, en ese preciso momento y en esa precisa hora, esa contradicción no me importó.
Por primera vez en mucho tiempo me he dejado llevar por la historia, por sus recovecos y desviaciones sin que, sencillamente, me importe casi ni un minuto por qué ocurre esto o lo otro y no lo contrario. Tal es la avalancha de escenas que esta
road movie depara y tal es la intensidad y pulso con que la historia es narrada.
Pensándolo más detenidamente, es un bello artefacto en el que se entremezcla la mejor fotografía de
- Storaro en Apocalypse now
- Greig Fraser en Dune (sí, ya sé...)
- Cronenweth en Blade Runner
Y este bello envoltorio me sirve para que no me detenga en la limitadísima capacidad interpretativa del Sr. Washington (oírlo en VOSE es demoledor) o en los agujeros (a veces escandalosos) del guión, sin entrar en los momentos de "humor". [...]