Vengo y me voy a la cama pitando.
Hoy tenido una nueva oportunidad de verla. He de decir que me ha convencido bastante más que la primera vez, aunque siga sin ver la majestuosidad del invento.
Puede que sea autoconvencimiento pero en esta ocasión sí he pillado el punto no sólo a la historia sino al trasfondo de la misma, en verdad nostálgica y emotiva. Y también, el juego propuesto por Anderson, una mezcla del cartoon más inocente con el cine más clásico, tan clásico que tal vez resulte complicado desempolvarlo por las nuevas mentes creadoras.
Llegado el momento le daré otra revisión. Ahora mismo, me parece lo más potable de Anderson.