Los personajes (todos) tienen unos rasgos canónicos esenciales que los DEFINEN, aunque puntualmente, atendiendo a un contexto puntualísimo o a una intencionalidad más analítica que discursiva, los deconstruyan y les lleven a sobrepujar ciertos límites a fin de dimensionarlos, desmitificarlos, diseccionarlos idiosincrásicamente y demás para acabar remitificándolos y andamiando AÚN con MÁS contundencia sus convicciones más definitorias. ¿Ha matado Batman? Ya lo creo. ¿Es un rasgo conductual que lo defina? Los cojones. TODO lo contrario. A eso vamos. El Thor de Simonson (cojonudísimo), tal y como bien expone Marty, apelaba a cierta comicidad PUNTUAL desde el CONTEXTO y de hecho usaba la solemnidad y prosopopeya inherente al personaje como gag desde el contrapunto atendiendo al desfase de según qué situaciones. El principal problema AQUÍ es precisamente ESE, el CONTEXTO. El jodido Ragnarok y la evidente confrontación con el TONO que ESE ESCENARIO CONCRETO demanda, no ya por la deriva adaptativa (que también) sino por las implicaciones estrictamente NARRATIVAS en tanto en cuanto inscrita en una PARODIA CONSTANTE una historia de ESE potencial PIERDE demasiada FUERZA y se resiente la resonancia emocional (Asgard desaparece con un gag, que ya es lo último). ¿Es disfrutable? Puede llegar a serlo, dependiendo del espectador, obviamente. A mí ME va como trasunto desfasado y decadente (flash Thordon ya digo) porque como adaptación, no ya contextual, también idiosincrásica, NO hay por dónde cogerla (y esto mismo ocurre con BASTANTES personajes de Marvel, por cierto). ¿Te imaginas al Batman de West en The Dark Knight Returns? Pues ESO.