Difícil pretender algo "adulto" cuando hablamos de un muñeco poseído por un asesino en serie mediante vudú. Lo bueno de Chucky y el motivo de su éxito es su humor negro, rodeado de mala baba y premisas cachondas. Lo único que mantiene el nivel terrorífico y profesional es la sempiterna colaboración del maestro Brad Dourif, que con su talento aporta al personaje el sadismo necesario.
PD: En españa el también maravilloso, aunque no tan terrorífico, Jordi Brau (menos en "La novia...").




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