Esto pasa desde casi siempre.
Una vez se llega a la conclusión que la edición es buena, regular o mala según opiniones propias o ajenas, la gente se centra básicamente en el coleccionismo.
La información sigue en el hilo, pero éste deriva por otros derroteros que poco tienen que ver con la calidad audiovisual del producto.
En realidad a veces pienso que hay quien se preocupa más sobre si la lata de turno lanza destellos dorados a la luz de la luna, que en que le hayan metido dentro una minipizza de anchoas.