Me quedo con la época intermedia de los 80-90 a nivel de ilusión y de capacidad de sorpresa unida a la edad del momento, de mis 10 a 15/20 años. La fantasía hecha realidad de entrar entonces en un cine, incluso uno de reestreno, no se consigue ahora ni en la más acondicionada de las salas. Antes era magia pura y no se pensaba en los formatos de pantalla, en la forma de rodar o en el score, porque todo era perfecto.
Ya como renacimiento y apogeo de mi género favorito, el de superhéroes, esta última década ha resultado de lo más fructífera y entrañable para mí, más allá de su mayor o menor calidad cinematográfica. Si me llegan a decir que iba a ver películas serias y en condiciones de Spider-Man, Los Vengadores, X-Men, Hulk, Batman, Thor, Capitán América, Green Lantern, Hellblazer... no me lo hubiera creído, directamente.
Me quedo con ambas décadas, por denominarlas de alguna forma. En mi vida, en ellas siempre ha estado la magia presente. De hecho, llegó para quedarse y ya nunca marcharse.