Abro este post para dar a conocer cuáles son en nuestra andadura cinéfila/cinéfaga aquellas películas que podríamos llamar "puntales" y que han vertebrado de alguna manera nuestra percepción posterior de entender y/o apreciar el cine, abrir nuevos horizontes o pasar de tomarnos el cine como un mero entretenimiento a ser algo más profundo e intelectual. No tienen ni que ser siquiera películas que tengamos actualmente en nuestros listados de favoritas, porque se entiende que desde entonces uno descubre cientos de nuevas películas, pero lo dicho, que son cintas a las que de alguna manera debemos nuestra pasión por el cine.
Os dejo las mías:
-Una noche en la ópera: Quizás la más importante de mi vida por introducirme en el cine clásico con apenas 8 años. Esta anécdota siempre la comento desde un cariño infinito porque quizás ahora lo que soy como cinéfago, sin ella, no sería lo mismo. Pues eso, imaginad a un enano de 8 años curtido en lo típico a visionar a su edad, salvo la primera de Pesadilla en Elm Street, que vayan ustedes a saber, era mi película favorita y Freddy mi ídolo, miedo 0, el típico VHS grabado que acabó hecho polvo de tanto verlo y, curiosamente, el motivo real de mis pesadillas era un póster que tenía mi padre de La Quimera del Oro de Chaplin: ese hombre con bigotillo con el pequeño Coogan a su lado me aterraba, cosas indescriptibles de la infancia supongo. Años más tarde descubrí que era justamente al contrario, ver y amar la vida con una sonrisa, que no es poco. Por lo demás era un niño muy normal, pero al que llamaba la atención visual el lomo de la primera entrega por fascículos de RBA de su colección de los hermanos Marx. Yo no sabía nada de eso, veía escrito con unas letras rojas y serpenteantes "Los hermanos Marx" y debajo otro señor con bigote y un puro que me trasmitía justo lo contrario que Chaplin. Total, que una tarde di por saco a mi padre, perplejo y seguro de que quizás no duraría más de 5 minutos con ella, para que me pusiera esa película. Su cara era un poema, me encantó, me partí de risa y ya tenía en mi corazón a unos tíos del año de la tos haciendo el ganso allá donde iban. La semilla estaba plantada. Tanto que cuando esa misma colección se reeditó al poco de haberla descubierto le pedí a mi madre completarla y cada dos semanas la arrastraba con ya 9 años al quiosco del barrio a por la nueva peli de los Marx. Ver para creer, la cara de la quiosquera era un poema porque ya había traspasado esa barrera y ese prejuicio hacia el cine clásico e ir a por "otra de los Marx" era lo mismo que ir a comprar chucherías o un juguete. El resto como ya habréis adivinado, es historia.
-Titanic: Ya con 9 años y los Marx en el bolsillo ir al cine a ver "la peli del barco que se hunde" fue una revelación hacia una cúlmen del cine-espectáculo. Descubrí lo que es la épica, el drama, su atrapante historia de amor, mi primer amor platónico y sexual (esa Winslet posando me hizo sentir un hombretón) y un sinfín de dibujos en todas las posturas posibles con el que pasaban las tardes en un santiamén (posturas del Titanic hundiéndose, pillines). Lo dicho, un subidón cinematográfico, había vida más allá de los hermanos gansos y Cameron demostraba una vez más por qué es quien es en la industria, pese a tener aquí varios puntos clavados a la joyita de Ward Baker (en mi modesta opinión, la mejor versión sobre la tragedia).
-Los siete samuráis: Ya nos vamos al 2001, había visto todo lo ochentero y noventero de videoclub intercalado con bastante clásicos de todas las décadas incluído cine mudo y me creía el amo del cotarro, pero me equivocaba. Los "chinos" estaban trayendo a las salas a chicas más blancas que el humor de Cantinflas y con la melena hasta las rodillas que prometían pasármelo pipa como con Freddy, y no me equivoqué, The Ring y sucedáneos fueron el pequeño poso para una de las mayores pasiones que tuve en la siguiente década: el cine asiático. Estando así las cosas, a mi padre le regalaron por su cumpleaños la primigenia edición de Filmax en DVD de una película de un tal Kurowasa que prometía 4 horas de éxtasis o de siesta initerrumpida. Me decanté por lo primero y no fallé. En la misma semana desprecinté el regalo para mi padre y creo que mi alma cinéfila recibió un regalo aún mayor. El resto habla por sí solo: puerta abierta al cine clásico y moderno asiáticos, gusto por ver cine en VOSE ya que a España no llegaba todo lo que uno quisiera ver, y un poso en cuanto a tempo y forma de narrar que harían que afrontara poco después saliendo airoso las filmografías de autores europeos más difíciles de digerir (Tarkovsky, Von Trier, Godard, Angelopoulos, etc).
-Cabeza Borradora: De mi padre aparte de lo cinéfilo heredé la parte artística y desde siempre se me dio bien el dibujo y la pintura. Ya en mi época de la ESO hacía cosillas bastante personales y raras aparte de gustarme gente como Dalí y el surrealismo, con lo cuál mi padre me puso a huevo que probara a ver una película de un director de cine surrealista llamado Lynch, y literalmente me estalló la mente y flipé: sensaciones, sueños de pesadilla, subconsciente, límites infinitos, pintura en movimiento, etc. El genio de Montana me abrió la mente en mi propia búsqueda de estilo artístico y hacia otros autores "diferentes" de todo el mundo como Greenaway, Russell o Terayama.
Y para vosotros... ¿cuáles son vuestros puntales del cine?