Hacía tiempo que no salía tan emocionado de una película. Sí, parto de la base que el musical me encanta y que Spielberg es, para mi, un Dios… Pero lo que pude disfrutar ayer en el cine, con un nudo en la garganta casi constante, no está escrito. La fotografía es directamente una pasada, las coreografías son maravillosas, la música, pues qué voy a decir de la música… y ellas… madre mía, es imposible no enamorarse de Maria o de Anita.
A pesar de haber escuchado las canciones veces y veces, tras salir de la sala es que no me las quito de la cabeza. Es una pasada. ¿Sabes cuál fue mi pena? Que, aunque por un lado me alegro (por el lado sanitario, la verdad es que me da mucho reparo ir al cine con lo que lo adoro), por otro me entristece que sólo estuviéramos 7 personas en la sala… Que una película como esta no haga un taquillón, me apena muchísimo.
Qué grande Spielberg madre mía, espero que aún le queden muchas películas por ofrecernos, y si son como esta, mejor.