Tema: X-Men: Apocalipsis (Bryan Singer, 2016)

Bryan Singer hace su cuarta incursión como director en el universo mutante de la Marvel, que el ayudó a levantar para la 20th Century Fox hace ya 16 años, con ésta X-Men: Apocalipsis, adaptación muy superficial, firmada por Simon Kinberg, de la por otra parte imposible de adaptar “Era de Apocalipsis”,saga-evento que publicó Marvel en varias colecciones a mitad de los años 90.

La película cuenta con un prometedor inicio que nos traslada al antiguo Egipto y que sirve de prólogo para ponernos en situación. Aquí asistimos a la presentación del que va a ser el villano de la película, En Sabah Nur, un poderoso mutante adorado como un dios y que se “alimenta” de otros seres con capacidades de los que va tomando sus poderes para ir haciéndose más poderoso cada vez. Todo ello muy bien acompañado de una muy inspirada melodía del compositor habitual de la franquicia John Ottman.

Tras ser traicionado momentos antes de su última ceremonia de traspaso de poderes, es enterrado bajo toneladas de roca, aunque protegido por un campo de fuerza generado en el último momento por uno de sus cuatro jinetes antes de fallecer.

A partir de aquí, y siguiendo la costumbre desde X-Men: primera generación de trasladar la acción a una década distinta (años 60, 70 en días del futuro pasado ) nos trasladamos a los años 80 con una Rose Byrne que vuelve a dar vida a la Dra. Moira MacTaggert en una serie de escenas que homenajean sin tapujos a Indiana Jones y que asiste al despertar de Apocalipsis, adorado hasta entonces por una especie de secta e interpretado bajo toneladas de maquillaje azul por un irreconocible Oscar Isaac.

Lo que sucede a continuación es la presentación de los nuevos mutantes (o mejor dicho, versiones rejuvenecidas en este lío espacio-temporal que es la franquicia) y que se supone van a ser la piedra sobre la que se va a cimentar la franquicia a partir de ahora, así como la aparición de los personajes ya conocidos en las dos anteriores películas.

Rondador Noturno (Kodi Smit-McPhee), Jean Grey (Sophie Turner), Scott Summers (Tye Sheridan) , Ororo/Tormenta (Alexandra Shipp)…, todos actores jóvenes y prometedores con cierto bagaje a sus espaldas y un acierto de cásting.

De los ya veteranos destaca sin duda Michael Fassbender que vuelve a interpretar a Erik Lehns-herr / Magneto, al que se le dota de un gran tratamiento durante parte de la película, y que demuestra, mientras le dejan, que está muy por encima de los demás actores, pero que luego diluye su interpretación por culpa de un guión que le convierte en un simple secuaz de Apocalipsis.

James McAvoy vuelve a interpretar con convicción al profesor Xavier, aunque por el camino el guión le ha quitado algo de la frescura y los matices de los que gozaba sobre todo en la película de Vaughn.

La parte controvertida viene de una Jennifer Lawrence a la que su actual posición en la industria cinematográfica, la permite imponer sus condiciones en el film, esto es, aparecer maquillada como Raven el menor tiempo posible, como así acaba sucediendo. A pesar de todo, su personaje cumple y no llega a molestar demasiado el hecho de que aparezca sin caracterizar durante gran parte del metraje.

Aunque podríamos achacarle lo mismo al cada vez más consolidado Nicholas Hoult, cuya aparición como Bestia está reducida a la mínima expresión.

Evan Peters /Quicksilver, al igual que en la anterior película de Singer, vuelve a protagonizar la mejor y más memorable escena de todo el metraje. Aunque aquí deja de ser un simple cameo, para darle más minutos en la trama desarrollando algo más lo que ya se apuntaba enl Primera Clase.

Hablando de cameos, Hugh Jackman vuelve a interpretar a Lobezno, esta vez en versión Arma X, todo un guiño a los aficionados y seguidores del personaje y que está sacado de la memorable serie limitada de 12 números guionizada y dibujada de manera excelente por Barry Smith. Su aparición no deja de ser un deux ex machina, pero está bien integrado y según parece por la escena del final de los títulos de crédito, el proyecto Arma X tendrá implicaciones futuras.

La película no se puede decir que no resulte entretenida. La acción se sucede sin descanso desde el primer minuto y no hay parones de consideración durante el metraje. Como producto es divertido y cumple. Pero tiene varios problemas que hacen que al final la experiencia resulte agridulce.

Bryan Singer y Simon Kinberg al final convierten su obra en una película que acaba siendo rutinaria, y a los que en varios momentos se les va la mano con un nivel de destrucción demasiado aparatoso.

Si en X-Men: primera generación, la crisis de los misiles de Cuba estaba bien integrada en el guión y le aportaba a la película una cierta originalidad, poniendo en contexto la trama en un momento político-social, en este caso el tema de la guerra fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética está muy mal desarrollada y totalmente desaprovechada, una excusa que parece que había que meter con calzador.

Con Apocalipsis Oscar Isaac hace lo que puede con un personaje superpoderoso, cuyas motivaciones están claras, pero que al final no deja de ser el enésimo villano que quiere acabar con la humanidad y que al final es la excusa para que los futuros héroes se unan para las siguientes películas, lo que convierte el film otra vez en un producto-presentación que aprovecha la coyuntura para cerrar una etapa y proporcionar nueva sabia con la que seguir explotando la franquicia.

A nivel técnico la fotografía Newton Thomas Sigel , habitual de Singer y quien alcanzó a excelencia en Drive de Nicolas Winding Refn , aquí hace un trabajo correcto hasta donde le permite la película.

Por otra parte, aunque la película a nivel de efectos especiales está bien trabajada en general, tiene algunos momentos puntuales en los que están muy mal rematados, como si no les hubiera dado tiempo a pulirlos, lo que resulta muy extraño.

El montaje en los primeros minutos en los que se cuentan varias acciones en paralelo tiene algún momento temporal extraño, que no acaba de casar, pero que no lastra el entendimiento de la historia.

La banda sonora del también habitual de Singer, John Ottman, tiene algunos momentos de bastante inspiración como los de los primeros minutos de la película. Por lo demás una banda sonora cumplidora.

En definitiva, película divertida pero rutinaria, que peca de ambiciosa cuando haber rebajado el tono a veces le habría sentado muy bien, superpoblada de personajes que al final no acaban de terminar por desarrollarse como deberían y que deja la sensación de película prólogo para lo siguiente que se supone está por venir.

Ya va siendo hora de que la franquicia recaiga en manos de otro director diferente a Singer, que ya muestra unos evidentes síntomas de agotamiento, y que no ha logrado superar en frescura a la película que se supone la primera de esta trilogía, la dirigida por Mathew Vaungh.