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Ronda (Málaga). En Ronda está confirmada la existencia de diez casos de cáncer entre profesores, alumnos y personal de tres institutos situados en el barrio de El Fuerte. Y hay antenas de telefonía móvil situadas a escasos metros de ellos. En el Instituto Rodríguez Delgado se detectaron 6 casos; además, el anterior director del centro y una alumna murieron de cáncer. En el Instituto Pérez de Guzmán se han registrado ya dos muertes por cáncer: la del jefe de estudios hace tres años y la de una alumna de 20 años hace dos meses. Y en el Instituto Martín Rivero otros dos: un profesor y uno de los alumnos.
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Valladolid. Cuatro alumnos del Colegio García Quintana, situado a 100 metros de un edificio en cuya azotea hay instaladas 36 antenas de radiotelefonía, padecen leucemia. Dos más, alumnos de otro centro educativo cercano, han recibido el mismo diagnóstico. A ellos se suman cinco casos de cáncer confirmados entre los residentes del edificio colindante al "edificio repetidor".
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Madrid. En los números 2, 4 y 6 de la calle General Millán Astray -en el barrio de Aluche de Madrid- vivían 48 vecinos. Uno de ellos, Eladio Trell, de 55 años, falleció en marzo pasado a causa de un linfoma que le consumió en apenas un año. Según Amelia, su viuda, era un hombre fuerte y sano que nunca fue propenso a ninguna enfermedad. Antes que Eladio, el vecino de arriba había muerto también de cáncer y su mujer perdió un pecho a causa de otro cáncer. El vecino de al lado lleva tres años luchando contra un linfoma y uno del tercer piso ha fallecido en diciembre también de cáncer. Los vecinos supervivientes tienen clara la explicación: la antena de telefonía móvil que tienen enfrente.
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La Coruña. Veinte personas han fallecido en menos de un año en la coruñesa Calle de los Claveles. Los vecinos han llegado a la conclusión de que tantas muertes repentinas no pueden deberse a la casualidad y las atribuyen a la antena de telefonía móvil que luce en el tejado de uno de los edificios de esta calle. Infartos cardiacos o derrames cerebrales nutren los partes de defunción de la mayoría de los vecinos. Otra de las muertes se debe al suicidio de una joven que se arrojó por la ventana. Sufría, al igual que decenas de afectados de esta calle, constantes dolores de cabeza y no podía conciliar el sueño. Uno de los peores casos es el de una niña de 3 años que desde septiembre y sin causa aparente sufre ataques epilépticos.
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San Adrián (Navarra). El Ayuntamiento de la población de San Adrián pidió en mayo pasado a las tres compañías de telefonía móvil con instalaciones en el lugar que trasladaran sus antenas fuera del casco urbano. El motivo de esta petición es la ingente cantidad de reclamaciones y quejas recibidas por el consistorio por parte de los vecinos de las calles donde se encuentran los repetidores. Montserrat García, una vecina de 36 años, cuenta que los cuadros de insomnio, jaqueca y vértigo que sufre empezaron al poco de que se instalara una de esas antenas justo al lado de su casa. Eso mismo, además de otros síntomas como fatiga crónica y debilidad muscular, les ocurre a decenas de vecinos, incluso niños de 12 años, algunos de los cuales llevan meses en cama a causa de ello.
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Badalona (Barcelona). Tras cinco meses de alquiler y un extenso dossier de visitas al hospital, la familia de Rosario Espino decidió volver a su casa cuando supo que la antena repetidora de telefonía colocada a pocos metros de su balcón y que les había torturado durante meses se había quemado por recalentamiento. "Mucho antes de irnos nos dimos cuenta de que los mareos, la fiebre, las migrañas y las convulsiones de mi nieto eran por culpa de la antena", asegura Rosario. Ahora su temor es que vuelvan a instalarla.
También en Badalona viven Francesc Martí y su familia. "La antena -cuenta Martí- la instalaron en octubre de 1999. Enseguida uno de mis hijos y yo empezamos a sentir molestias, dolores de cabeza, fatiga e insomnio que no tardamos en asociar con ella. Nuestra casa está en el último piso y la antena a pocos metros de nuestros dormitorios". Sería el cese temporal de la actividad de dicha antena y la mejoría de sus síntomas en ese mismo tiempo lo que confirmó las sospechas de esta familia.
Sentencia pionera
En febrero se cumple un año desde que se hizo pública la primera sentencia que en España paralizaba la actividad de una antena de telefonía móvil por motivos de salud. En concreto, el Juzgado de Primera Instancia nº 2 de Bilbao obligó a Airtel a suspender la actividad de una de sus antenas -la instalada en la azotea del número 24 de las calle Obieta de la población de Erandio-, inmueble en el que residían Juan Carlos Castro, su mujer y su hija, una niña hiperactiva de 7 años.
La familia Castro había acudido al juzgado después de que la comunidad de vecinos autorizara la instalación de un repetidor de telefonía móvil en el tejado del inmueble y de que tuvieran conocimiento de los posibles efectos perniciosos de las radiaciones no ionizantes de la instalación sobre la salud de su hija. Antes de presentar la denuncia, el matrimonio había pedido la opinión de Ángel González Guija, ex director del Centro Nacional de Psiquiatría, que hizo un informe clínico de la menor y certificó que "en manera alguna deben situarse este tipo de antenas cerca de personas con patología del sistema nervioso. No podemos correr el menor riesgo de que determinadas situaciones originadas por estímulos externos y basadas en el avance tecnológico puedan dar lugar a graves perjuicios para la salud, añadidos a su patología neurológica, agravando ésta o creando otras nuevas". La sentencia en firme, después de los recursos interpuestos por Airtel -hoy Vodafone- llegó en julio del 2001 y consideraba "probable que la exposición a las radiaciones de las antenas de telefonía móvil afecte a la salud". Desde entonces, la antena está inactiva. Esta sentencia pionera debería sentar precedente y dar la vuelta a la tortilla: ahora las empresas deberían demostrar que las radiaciones son inocuas y no al revés.