Sinceramente, este es uno de los capítulos más prescindibles del producto. ¿De verdad hacía falta echar mano de esto para dar más espectáculo, aún, a sabiendas que por sí solo, el argumento (muy mal narrado, por cierto) era lo suficientemente contundente para crear la tensión necesaria?
El alemán, nada más lejos de su intención, no solo restó sino que además perdió credibilidad porque se anotó (en jerga baloncestística) un 6,25 de risas y pandereta en su haber. Con dos cojones.
Las palomitas están de puta madre. En el circo por un lado y luego en el cine también.




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