01. Crimen y castigo (Rikos ja rangaistus, 1983)
Se necesita valor para empezar la carrera como director de films de ficción (recordemos que anteriormente había rodado un documental junto a su hermano y participado en el guion de algunos films de Mika) estrenando con solo 26 años la adaptación de una novela como “Crimen y castigo” de Dostoyevski, contraviniendo así, con la arrogancia típica de la juventud, lo que Hitchcock declaró a Truffaut, en el famoso libro-entrevista, que jamás filmaría una película de esta o de cualquier otra novela del autor ruso: “Si coge usted una novela de Dostoyevski, no sólo Crimen y castigo sino cualquiera, hay muchas palabras en ella y todas tienen una función” (novela de la que, pese a la advertencia de Hitchcock, se han hecho numerosas adaptaciones a la pantalla, entre las cuales destaca Crime and Punishment, de Josef von Sternberg, con Peter Lorre como Raskólnikov, además de otros films que se inspiran en ella, como la celebérrima Match Point de Woody Allen). Años después Kaurismäki declararía: “Yo era joven y me dije que le iba a probar lo contrario al viejo. Entonces rodé Crimen y castigo y me di cuenta de que Hitchcock tenía razón: era demasiado complicado” [extraído de la monografía citada de Pilar Carrera].
Como, a pesar de su juventud e inexperiencia, Kaurismäki siempre se ha mostrado como un director y guionista sabedor del tipo de cine que quiere (o puede) hacer, sabe llevar a su terreno (aún virgen por entonces) la obra del ruso, sin tener la pretensión de encapsularla en una película de solo 93 minutos. El guion, elaborado por Kaurismäki y Pauli Pentti (muerto recientemente, también fue director de cine, dirigiendo una adaptación de Macbeth; por otra parte, colaboró como ayudante de dirección en el episodio de Helsinki de la jarmuschiana Night on Earth), se centra solo en algunos aspectos de la novela. De entrada, confieso que hace muchísimos años que la leí, por lo que no puedo entrar en grandes comparaciones. He leído el artículo que le dedica la Wikipedia, y intuyo que en el guion hay un afinado ejercicio de depuración, eliminando personajes, fusionando otros, y centrándose sobre todo más en la mecánica del “crimen” que en el “castigo”.
El inicio del film ya es sorprendente: vemos avanzar un insecto (una especie de cucaracha) sobre una superficie de madera. Un hacha aparece en el plano y lo aplasta. Se trata del hacha que empuña Antti Rahikainen (Markku Toikka), nuestro Raskólnikov finlandés. Vemos que se encuentra en un matadero donde se dedica a despiezar cerdos.
La secuencia inicial se desarrolla, sin diálogos, en este ambiente, mientras que suena la hipnótica “Serenade” de Schubert en versión del grupo finlandés, de curioso nombre, Pedro’s Heavy Gentlemen.
Estoy por decir que con los poco más de 3 minutos de la primera secuencia queda perfectamente definido, no solo a nivel simbólico lo que vamos a ver a continuación, sino buena parte del cine de Kaurismäki. Vemos un tipo lacónico, de gesto adusto, dedicado a una faena rutinaria, poco gratificante, en un ambiente de esos que antes se llamaban alienantes, y que lo primero que le hemos visto hacer, incluso antes de conocerlo, es eliminar un molesto insecto. Eso, precisamente, es lo que va a hacer poco después: eliminar, no a una vieja usurera con un hacha, como en la novela rusa, sino a un empresario, Kari Honkane, de un disparo (mientras suena en un disco un fragmento de la Quinta Sinfonía de Shostakovitch, obra que aparecerá repetidas veces en la banda sonora).
Una chica que viene a preparar la comida para la fiesta que el empresario tiene preparada (la de su 50 cumpleaños), Eeva (Aino Seppo) ve a Antti, pero este deja que se vaya sin matarla. Ella no lo delatará. A partir de ese momento, Antti va a sentirse atraído por Eeva (que asume en cierto modo el papel de la prostituta Sonia de la novela, aunque su oficio es el de trabajar en un negocio de alimentación).
Cometido el crimen, se inicia la investigación policial que debería provocar el “castigo”, o sea, el proceso de interiorización del crimen en la mente de Antti. En la novela recuerdo que se refuerza por medio de una especie de juego del gato y del ratón entre Raskólnikov y el juez instructor, Petróvich, aquí el inspector Pennanen (Esko Nikkari, un habitual en los films de Aki).
El caso es que Honkane atropelló a la novia de Antti cuando conducía borracho matándola. A pesar de que este podría ser el motivo del crimen, una venganza, de hecho es lo que pone a la policía sobre la pista de Antti, este confiesa a Eeva que si realmente mató al empresario fue porque le desagradaba, como se mata un piojo (ese insecto del inicio).
Antti se resiste a entregarse. Desvia la atención de la policía dando el botín que ha robado (aunque lo material no ha sido el motivo del crimen) a un vagabundo, que acaba siendo detenido, aunque Pennanen tiene claro que el culpable es él.
Hay una historia paralela en la que el jefe de Eeva, Heinonen (Hannu Lari), que la desea y que se ha enterado de que Antti es el autor del crimen, quiere conseguir los favores de la muchacha a cambio de no hablar con la policía. Eeva, que ha cogido la pistola de Antti, quiere evitarlo, pero la pistola no funciona. Heinonen, que se ha hecho con el arma, está a punto de disparar sobre Antti, pero sufre un gaudiniano final: lo atropella un tranvía (en la novela, el personaje equivalente, Svidrigáilov, se suicida).
Antti va a mostrarse indeciso sobre cuál ha de ser su actitud, sin que Kaurismäki nos transmita el calvario psicológico que vive Raskólnikov en la novela. No hay apuntes de problemas de conciencia o remordimiento, no hay reflexiones filosóficas. Simplemente, como tantos otros personajes del finlandés, hay incerteza sobre qué es lo que ha de hacer, sobre cuál ha de ser su futuro. Prepara con un amigo (Matti Pellonpää, otro de los habituales de Aki) huir del país, pero en el último momento se echa atrás. Parece que va a entregarse, pero vuelve sobre sus pasos antes de entrar en la comisaria. Solo la presencia de Eeva parece hacerle reconsiderar su decisión y, finalmente, se entrega (escena que Kaurismäki filma con uno de sus rasgos de humor un tanto marciano: a pesar de que Antti se está declarando al policía de guardia que se entrega como autor del crimen del empresario, uno de los colegas de Pennanen se lanza sobre él con violencia y lo golpea, una muestra de la recurrente desconfianza del director en las instituciones públicas).
La película se cierra sin ningún sentimentalismo: Eeva visita a Antiit en la prisión, pero este le pide que no vuelva más.
Muchísimo para solo hora y media de película, en la que no se desaprovecha ni un solo minuto. Quizá sea una más que discutible adaptación de Dostoyevski, pero lo considero un film muy estimable, que para nada parece estar filmado por un debutante. Ya encontramos aquí mucho del estilo del director: los personajes sin pasado, con un presente en el que se encuentran incómodos y un futuro de lo más incierto. Su gusto por la precisión en la composición de los planos, en la decoración de los ambientes, retratando una Finlandia fría y deprimente.
También la importancia que adquiere la banda sonora, no solo con la canción inicial o la utilización de la Quinta, sino también con otros temas destacados, como el “Lover Man”, de Billie Holiday,
y el “Love Her Madly” de The Doors (un uso de las canciones que nos puede hacer pensar en Jim Jarmusch, un alma gemela de Aki en esto de hace películas).
Esta Crimen y castigo es una de las dos películas que no había visto de Kaurismäki (la otra es la próxima entrega, Calamari Union), pero confieso que si hubiera sido la primera que hubiese visto del finlandés lo habría incorporado a mi lista de “directores a seguir” sin dudarlo. Un magnífico debut.




LinkBack URL
About LinkBacks








Citar