Fallen Leaves (Kuolleet lehdet, 2023)
Es todo un placer reflotar este hilo para hablar de la última película de Aki Kaurismäki. Nuestro director finlandés favorito ha tardado 6 años en volver a estrenar un largometraje, después de El otro lado de la esperanza. Incluso en algún momento a lo largo de estos años llegué a pensar que quizá se había retirado del cine, refugiado en su país de adopción, Portugal, hasta que se informó de que iba a presentar este film en Cannes, donde consiguió el premio del Jurado, uno de los muchos premios que ha cosechado la película.
Sorprende que, después de tantos años, Kaurismäki haya recibido elogios generalizados con una película, sin duda excelente, pero que no deja de ser un compendio de su carrera como director (incluso en España se ha publicitado como “la mejor película del año”...¡y con el título en inglés!). Quizá haya influido el hecho de que, a punto de cumplir 67 años, se tenga la impresión de que esta pueda ser su última película y se haya generado un cierto consenso de que era un buen momento para homenajearlo. En todo caso Fallen Leaves (esas “hojas muertas”, título con el que Aki nos remite a la célebre canción de Prévert y Kosma “Les Feuilles Mortes”, interpretada por multitud de cantantes) nos conecta con el mejor Kaurismäki, en especial con la llamada ”trilogía de perdedores” (Nubes pasajeras, Un hombre sin pasado y Luces al atardecer), aunque personalmente prefiero su “trilogía proletaria” (La chica de la fábrica de cerillas, Ariel y Sombras en el paraíso), más ácida, más cortante. Con los años Kaurismäki ha suavizado algo las aristas de su cine, se ha vuelto más tierno (sin caer en el sentimentalismo), más cálido.
Pero, en esencia, es el Kaurismäki de siempre, en lo temático y en lo formal (esos colores vivos, uniformes; la precisión de los encuadres; esa iluminación un tanto teatral; el gusto por los objetos).
Tenemos de nuevo una pareja de proletarios, Ansa (Alma Pöysti), que trabaja en un supermercado, y Holappa (Jussi Vatanen), en una fundición, que van a perder sus puestos (ella por llevarse a casa productos caducados; él por beber en el trabajo), a encontrarse y a desarrollar una de esas relaciones amorosas típicas de su cine, aunque, como decía, algo más tierna quizá que en otros tiempos.
Su relación está rodeada constantemente de referencias cinematográficas: desde su asistencia a un cine para ver The Dead Don't Die, la última de Jim Jarmusch, con el que Kaurismäki ha mantenido una estrecha afinidad desde hace muchos años (recordemos el episodio que el norteamericano dedicó al finlandés en Night on Earth),
a multitud de posters (uno muy destacado es del de Brief Encounter, de David Lean, al que estamos dedicando una revisión en otro hilo),
sin olvidar el final de la película, un claro (y doble) homenaje a Chaplin.
Hay, por supuesto, un perro,
un juke box y un variado repertorio musical, donde no falta la sexta sinfonía de Chaikovski, un lied de Schubert, un tango o algunas de esas tristes y melancólicas baladas en finés que pueblan sus películas. Ni tampoco falta la irrupción de un grupo musical, en esta ocasión Maustetytöt, con su pieza “Syntynyt suruun ja puettu pettymyksin”.
Y, por supuesto, la versión de “Les feuilles mortes” de Olavi Vorta:
Spoiler:
Cabe destacar también que Kaurismäki recurre para pequeños papeles a rostros vistos en anteriores films, aunque la pareja protagonista sea nueva en su filmografía. Ahí está, por ejemplo, Sherwan Haji, el protagonista de El otro lado de la esperanza, o Janne Hyytiäinen, que lo fue en Luces al atardecer, sin olvidarnos de Sakari Kuosmanen, un habitual del cine de Aki desde los primeros tiempos (ya era uno de los Frank de Calamari Union).
No me extiendo más en el comentario, puesto que se trata de un primer visionado en sala comercial. Tiempo habrá cuando se edite en formato doméstico para volver a ella. En todo caso, me ha parecido que Kaurismäki está en plena forma, lo que me da esperanzas de que todavía nos regale algunos films más en el futuro, aunque, como pasa con sus personajes, ese futuro sea incierto.