A partir de Titanic Cameron entró en picado y cuesta abajo. Parece mentira que sea el mismo cineasta el que firmó obras maestras como Terminator 2 o películas mediocres como Avatar. Es que son los dos extremos y eso tampoco es muy normal. Ya que le comparamos con Spielberg, salvo algún que otro tropezón Steven ha sabido mantener una cierta regularidad aunque bien es cierto que últimamente le está pasando lo que a Cameron, demasiada pantalla azul. No obstante, sigo pensando que James Cameron es un director grandísimo con mucho talento y confio en el que nos saque de la manga algún películón. No pierdo la esperanza.