Saliéndome del hilo, pero en respuesta a Slippery, en éste artículo de la revista CEC, se apunta al final del articulo una interesante nota del redactor del artículo, Luis Llana. El artículo es el banco de prueba del Krell S-300i
El “pequeño” de Krell
Krell S-300i
3150 euros -
(CEC núm.67 - 05/2009)
Artículo creado por Luis LLANA
En anteriores números de CEC les hemos ofrecido Propuestas o En privado que incluían entre los sistemas analizados algún componente de la firma norteamericana Krell que fue evaluado en el contexto de aquella instalación, por lo que ésta es la primera oportunidad –ya era hora- en la que analizamos en exclusiva una máquina de la citada firma. Antes de comenzar con nuestro invitado, permítanme unas líneas para reseñar algunos hitos importantes en la historia de Krell, una firma respetada y admirada por los aficionados de cualquier latitud, no obstante sus detractores y partidarios a ultranza de otras marcas, lo que también sucede a la inversa -dicho sea de paso- porque opiniones las hay para todos los gustos en la viña del Señor cuando se debate sobre los monstruos sagrados del audio… o sobre automóviles de alta gama. Pero a nadie deja indiferente la seriedad absoluta de sus propuestas, porque donde haga falta “chicha pata negra”, ahí está Krell.
Fundada en 1980 por Dan D’Agostino y su esposa Rondi, Krell Industries Inc. pronto se erigió en uno de los pesos pesados por sus revolucionarias soluciones tecnológicas, la excelencia en el diseño, y la formidable construcción de sus componentes al servicio de la calidad definitiva en la reproducción musical. Dan D’Agostino, actual director ejecutivo y jefe de diseño de Krell, supo anticiparse al “descubrimiento” de la necesidad de dotar a las electrónicas de potencia con buenas capacidades para generar amperios, único remedio para meter en vereda a las cajas acústicas más rebeldes. De ahí que viera la luz su tecnología de amplificación Krell Current Mode para la transferencia de señales por corriente, en lugar de la típica basada en el dominio del voltaje con pasos de ganancia en tensión.
Otro desarrollo innovador fue el sofisticado circuito Sustained Plateau Bias, una polarización de los transistores por niveles sostenidos, o bias adaptativo que, básicamente, controla la entrada de señal y ajusta a un nivel entre varios mediante un circuito anticipador, la cantidad de corriente que los transistores pueden manejar para mantener la operación del amplificador en Clase A, reduciendo al mínimo el desperdicio de energía y la generación de calor.
Son toda una leyenda sus electrónicas de amplificación de la serie KSA (KSA-100 y KSA-50 fueron las primeras que alumbró Krell en 1980 y 1982 respectivamente), cuyas sucesivas versiones fueron incorporando los desarrollos de Dan D’Agostino. Me refiero al concepto de circuito balanceado Full Balanced que mantiene la operación balanceada desde la entrada hasta la salida, y más tarde el Sustained Plateau Bias cuyos amplificadores se distinguían por una S al final, y el KSA-250S fue el primer modelo de la serie que lo incorporó. Una mención especial merecen las excepcionales etapas de potencia monofónicas KAS (Krell Audio Standard) de 1992, un nuevo concepto en rendimiento y estética con fuentes de alimentación reguladas y Sustained Plateau Bias sin tasa de realimentación, muy apreciadas por los melómanos de altos vuelos.
En 1996, Krell inició la comercialización de la que con toda probabilidad ha sido la serie más exitosa de la compañía, la FPB (Full Power Balanced), con un renovado Sustained Plateau Bias II y bias automático. Unas competentes etapas de amplificación para todos los gustos y potencias, que en fechas más recientes fue reemplazada por la serie Evolution, con los modelos Evolution One y Evolution Two, etapa de potencia y preamplificador respectivamente, ambos monofónicos, lo máximo de la actual producción de Krell.
Pero antes, en 1999 vio la luz el esquema CAST (Current Audio Signal Transmission) para la transmisión de señales por corriente basado en la tecnología Krell Current Mode, que minimiza las degradaciones generadas por los cables, o por su longitud, e incrementa el ancho de banda hasta 1,5 MHz entre componentes Krell que incluyan la tecnología CAST, introducida por primera vez en la fantástica serie Master Reference. Por supuesto, Krell va más allá de la amplificación monofónica o en dos canales, y ofrece el procesador audiovisual Evolution 707, el lector de SA-CD y CD-DA Evolution 505, y el multiformato Evolution 525, todos ellos de absoluta referencia. La distribución y el respaldo técnico de los productos Krell, está garantizada en España por la firma Sarte Audio Elite, con sede en Valencia.
Diseñado como un producto más terrenal y “humano”, asequible a un amplio sector de aficionados que quieren poner un Krell en su vida sin arruinarse -porque es todo un Krell, como verán-, el S-300i es el pequeño de la familia y el menor de los dos únicos amplificadores integrados de dos canales de la firma, cuyo hermano mayor es el espectacular FBI (Fully Balanced Integrated) un superintegrado en perfecta sintonía con las mejores realizaciones de la firma norteamericana. Con las salvedades de rigor, su agradable estética es una herencia de la serie Evolution, con un panel frontal pulcramente mecanizado en aluminio, del que apenas contrastan los diminutos pulsadores de control y la fina tipografía que los ilustra, tan fina que hasta cuesta distinguir el apellido S-300i. Sólo destacan el original control de volumen que también hace las veces de joystick para acceder a los menús de configuración de las entradas, y el agradable visualizador con grandes caracteres blancos sobre fondo azul.
Su robusto chasis está elaborado con diversas piezas de chapa de acero de 2 mm ensambladas con tornillos, de los que hube de extraer catorce para retirar la pesada tapa superior, satisfacer mi curiosidad -supongo que la de ustedes también- e indagar en su interior, del que nada me llamó la atención en especial porque encontré más o menos lo que esperaba, conociendo la procedencia. Probablemente por las especiales topologías de algunos circuitos, en las electrónicas de potencia Krell son habituales las fuentes de alimentación con una batería de varios condensadores electrolíticos de moderada capacidad –hablando en términos relativos-, complementada con gigantescos transformadores.
En base a ello, la alimentación de nuestro invitado está ejecutada con cuatro electrolíticos por canal de 4.700 microfaradios cada uno, cuya capacidad total de 37.600 µF, aún siendo importante, no es especialmente elevada según les acabo de comentar. El complemento que garantiza el suministro de energía es un enorme transformador toroidal de 18 cm de diámetro y 750 VA, con devanados de secundario independientes para los dos canales, el culpable en buena medida de los casi 20 kg de nuestro invitado. Por añadidura, en los pasos finales de potencia se observan ocho transistores bipolares por cada canal insertados por parejas, cuyo robusto aspecto los delata para manejar buenas dosis de corriente, sujetos con tornillos a unos respetables disipadores térmicos de aluminio. Por todo ello, el consumo total de nuestro amigo puede elevarse nada menos que a 1.800 W. Las rejillas laterales y superior se encargan de evacuar el calor interno, aunque no alcanza ni mucho menos las altas temperaturas de trabajo de algunos de sus hermanos mayores.
La estructura interna en una configuración doble monofónica, que combina un circuito de preamplificación completamente balanceado en Clase A, con una sección de potencia diseñada para suministrar 150 vatios por canal en régimen continuo a 8 ohmios, y capaz de duplicar el aporte de energía para entregar 300 vatios por canal con cargas de 4 ohmios. Es la obsesión de Dan D’Agostino para que nunca decaiga la fiesta por falta de amperios, incluso en el chiquitín de la familia Krell cuyos circuitos se basan en la tecnología Krell Current Mode que garantiza un excelente ancho de banda y lleva la degradación de la señal a mínimos absolutos.
Tiene habilitadas cuatro entradas de línea cuya conmutación se realiza mediante relés, una de ellas con conectores XLR para señal balanceada, sin bucle alguno para grabación en cinta por lo que los nostálgicos del carrete abierto o sus derivados (DAT, cassette, etc.), se deberán conformar con la salida de previo que tiene nuestro invitado, tomando las debidas precauciones con el nivel de salida para no saturar la entrada del grabador. Todos los conectores son de excepcional calidad, los RCA sujetos con tuercas al chasis, y los terminales de altavoz de origen WBT para cable desnudo bastante grueso, spades (horquillas) y bananas.
Una cualquiera de las entradas se puede configurar como Theater Throughput a la que se conectará la salida de los canales principales de un procesador audiovisual, cuyo control de volumen gobernará la ganancia del S-300i. Es decir, su perfecta integración en un sistema multicanal para cine en casa, permitiendo la absoluta separación de los mundos estéreo y home cinema. Insisto en lo de perfecta integración y absoluta separación, para quienes provoca sarpullidos la mezcla de ambos entornos, un servidor de ustedes uno de ellos.
Y como la electrónica para el entretenimiento doméstico -Home Entertainment si les gusta más- impone su inexorable ley, y los fabricantes tienen que ponerse las pilas o atenerse a las consecuencias, admite la conexión de un iPod cuyo audio lo extraerá desde la salida diferencial del DAC interno del iPod –o iPhone- mediante el cable de conexión específico de 30 pines que figura entre la dotación de serie. El panel de conexiones añade un conector RSR-232, dos trigger, un jack de 3 mm para control remoto, y el interruptor general de red cuya activación provoca la carga del firmware de gestión -tarda unos instantes-, con el pulsador para modo de espera en el frontal.
Además del control integral, desde un más que robusto mando a distancia totalmente metálico se puede acceder al aparato para configurar una entrada como Theater Throughput, ajustar los niveles de balance y sensibilidad individualmente para cada entrada entre +/- 6 dB con incrementos de 1 dB, el brillo del visualizador e incluso su apagado –bendita idea para cine en casa- renombrar las entradas entre varios valores predeterminados, varios niveles de Mute, o el disparo de los trigger, uno de entrada y otro de salida.
UN PEQUEÑO CON “MALA UVA”
Lamentándolo mucho, he tenido que rechazar a mi estimado director de CEC la prueba de algunos amplificadores, generalmente para AV, por mi fundada sospecha de su “arrugamiento” con mi pareja de B&W 802 Series 3 Matrix. Unas cajas a las que tengo gran estima por su excelencia sonora, pero cuya dificultad de ataque, no tanto por su baja impedancia y complicada curva como por su complejo filtro divisor con bastante absorción de potencia y muy reactivo, ha planteado problemas a más de un amplificador. Pero cuando me ofreció la prueba del pequeño de la familia Krell, no lo dudé un instante. Y no me equivoqué, porque ha conseguido que las 802 doblen la rodilla.
Le conecté un lector de SA-CD y CD-DA Marantz SA11-S1 en balanceado con Thunderline Hybrid, de Van den Hul –cable artesanal porque los XLR del Marantz tienen invertidos los pines 2 y 3 respecto de la normativa AES-, y un iPod, prestado por un “retoño” de quien les escribe, a la entrada correspondiente. Conecté la pareja de 802 con The Wind Hybrid, también de Van den Hul en bicableado, y la salida de los canales frontales de un procesador AV32R de Tag McLaren a una entrada previamente configurada como Theater Throughput para corroborar la eficacia de esa entrada. Y para no quedarme sin mi cine en casa, dicho sea de paso, durante los días que he disfrutado de nuestro estimado amigo.
Para disipar cualquier resquicio de duda, comencé con la traca final de otras ocasiones, ya saben, Arcadi Volodos al piano y James Levine dirigiendo a la Filarmónica de Berlín en los seis minutos finales del Rach 3 (como coloquialmente se conoce el concierto para piano número 3 de Rachmaninov, una de las piezas más complicadas para piano) y el espectáculo fue para no olvidarlo. Después de calentar “los motores” de nuestro invitado, subí pausadamente el potenciómetro de volumen, y en las indicaciones 70 a 75 del visualizador (rango de 0 a 151), el nivel de presión sonora ya era de tal calibre que hube de cruzar los dedos pensando en mis sufridos vecinos. Pero obtuve una formidable escena sonora, poderosa, brillante, con un control ejemplar de la contundente dinámica, y unos planos orquestales perfectamente definidos entre los que Volodos, en primera fila, desgranaba las notas en un piano con una arrebatadora belleza armónica.
Buena parte del mérito lo atribuyo a la fluidez con la que el S-300i entrega amperios, pero sobre todo a su excelente respuesta transitoria (lean recuadro) en términos subjetivos, porque con otro CD-DA para piano sólo (Murray Perahia plays Frank & Liszt, Sony Classical SK 47180) se “escuchan” hasta los silencios entre notas en los pasajes con intensa digitación del señor Perahia, una placentera sensación que sólo recrean las mejores electrónicas, con niveles de presión sonora realistas y convincentes. A idéntico estado de excelencia debo elevar la reproducción de las voces, coros e instrumentos solistas, por su neutralidad y precisión en los timbres, probablemente debido a una linealidad en la curva de respuesta cercana a la perfección, con la característica suavidad y delicadeza de los conciertos en directo que marca la diferencia entre la pasividad durante la escucha, y la emoción que suscita.
Sublimes algunos pasajes de Matthäus Passion de J. S. Bach con mi habitual versión de Philippe Herreweghe (Harmonia Mundi HMC 901155.57) del que nuestro invitado extrae con sutileza la inflexión de las voces y los armónicos de los instrumentos, en una impagable y bellísima aria para alto en la pista 5 del disco 3 (Können Tränen meiner Wangen) que le deja a uno sin respiración. Verismo sin paliativos con los buenos registros de música de jazz, una vez más My Foolish Heart (Venus KACD 0305) en el que Scott Hamilton hace una magistral demostración de growling con su saxo alto, cuyo desgarrado efecto disecciona nuestro Krell con extrema precisión. En cuanto al iPod, el acceso a las listas de ficheros y su audición se realizan sin problemas desde un grupo de ocho teclas específicas del mando a distancia del Krell, pero el control hay que realizarlo exclusivamente desde el visualizador del iPod, porque el de nuestro invitado no muestra información alguna.
CONCLUSIÓN
En definitiva, el Krell S-300i es una aproximación a las excepcionales virtudes de sus hermanos mayores de la serie Evolution de los que hereda algunas soluciones técnicas, pero no nos engañemos: no es el Evolution One. Es un magnífico amplificador integrado carente de complejos para vérselas con cargas difíciles y plantarle cara a combinaciones por separado de preamplificadores y etapas de potencia, por otro lado difícilmente justificables para un amplio sector de aficionados. El S-300i es un excelente compendio de vitalidad, dinamismo y suavidad, cuyo interesante precio puede deberse a su fabricación en China, con el respaldo del sistema de gestión de calidad de la norma ISO 9001, según consta en el panel trasero. Es absolutamente recomendable y merecedor de nuestra mejor valoración.
SLEW RATE Y DINÁMICA
Solemos comparar amplificadores mirando casi en exclusiva sus cifras de potencia RMS “de catálogo”, que no son otra cosa que el resultado de amplificar una onda sinusoidal con un amplificador cargado con una resistencia constante de 8 o 4 ohmios. Unas condiciones muy alejadas de lo que sucede cuando amplifica la compleja música y sus cambios bruscos de nivel, reproducida por unos altavoces que tampoco se comportan como las resistencias puras de la medición en el laboratorio. Lo que importa de verdad es su capacidad para entregar amperios cuyas cifras no las suelen mencionar los catálogos, o en el mejor de los casos con algo parecido a “Peak current 150A, 0,1 Ohms, 10 µS, 1 pulse” (dato real de una de mis etapas de potencia). Lo que nos dejará algo fríos, aunque menos es nada.
Pero existen otros parámetros no habituales en los pliegos de características técnicas, cuyos datos -conociendo la “regla de medir”- podrían darnos una idea aproximada de la respuesta a transitorios y de la capacidad dinámica de un amplificador. Para reproducir con rigor una señal que súbitamente sube mucho de nivel, como la fuerte pulsación de una tecla de piano, el tiempo de conmutación, o de subida del amplificador debe ser lo más bajo posible. O dicho con otras palabras, debe poseer una rápida respuesta transitoria. Para expresarla se utiliza la velocidad de subida, o slew rate, que indica el máximo incremento de tensión a la salida del amplificador respecto de la señal de entrada, durante un microsegundo.
Si estos picos no los resuelve con rapidez, que por si fuera poco suelen coincidir con pasajes musicales que demandan un aporte extra de energía, el amplificador presentará la que se denomina distorsión por transitorios, fácilmente audible en el caso más desfavorable porque la música se “encoge”. Por tanto, si leen en un catálogo Velocidad de subida, o el más habitual Slew rate, con un valor -por ejemplo- de +/-50 V/µS, un buen dato por cierto, ya saben a qué se refiere. Si por el contrario figura Tiempo de subida, su valor deberá ser lo más bajo posible, por razones obvias. No obstante, para valorar un amplificador no hay nada mejor que una atenta escucha con nuestras cajas habituales, dejando todo lo anterior como culturilla de andar por casa.
NOS CONTESTA
Juan J. Rubio-Iglesias Cuesta, Director Gerente de Sarte. Apreciado Luis, A menudo, al leer artículos y bancos de prueba en revistas nacionales o extranjeras, echo en falta el punto de precisión necesario para hacer llegar al lector la realidad de muchos de los aparatos analizados y la dificultad aumenta cuanto mayor es la calidad del producto que se analiza, no se encuentran las palabras para expresar las sutilezas y sensaciones que la escucha proporciona y, claro está, no se llega al aficionado lector, ni se hace justicia al producto motivo del banco de pruebas. No es éste el caso, y tengo que felicitarte por este excelente artículo, por tu honestidad y profesionalidad. Un saludo.
FICHA TÉCNICA
RESPUESTA EN FRECUENCIA 20 Hz – 20 kHz +0 dB, -0,14 dB. RELACIÓN SEÑAL/RUIDO 90 dB. DISTORSIÓN ARMÓNICA TOTAL 1 kHz <0,04%, 20 kHz <0,25%. GANANCIA 32,5 dB. SENSIBILIDAD DE ENTRADA 0,82 Vrms. IMPEDANCIA DE SALIDA 0,15 Ohms. CONSUMO 20 W en espera, 1.800 W máximo. ENTRADAS todas con Theather Throughput, 1 balanceada, 3 no balanceadas, 1 iPod. SALIDAS altavoz, 1 preamplificada. VOLTAJE DE SALIDA pico a pico 138 V. POTENCIA DE SALIDA 8 Ohms 150 W, 4 Ohms 300 W. CONTROL REMOTO 1 sin cable, 1 trigger 12 VDC de salida, 1 trigger 12 VDC de entrada, 1 RC-5 con jack de 3 mm. DIMENSIONES 438,2 x 101,6 x 444,5 mm. PESO 19,5 kg. DISTRIBUYE Sarte Audio Elite (963510798).
Siento salirme del hilo, pero ésa explicación sobre Slew Rate y la Dinámica me pareció muy interesante, a la vez que novedosa, y es que es la primera vez que leo una explicación técnica del porqué unos ampllificadores no suenan igual que otros con la misma potencia. Un saludo y mil perdones por el pedazo de tocho![]()