Vista. Un poco de todo. La película sigue la estela del Amarcord de Fellini y, más recientemente, la Roma de Cuarón. Describe la ciudad de Belfast en la que el director Kenneth Branagh pasó su infancia y se centra alrededor de un niño que empieza a verse envuelto en problemas familiares resultado del comienzo de The Troubles, el conflicto entre protestantes y católicos que asolaría el norte de Irlanda en los setenta.
A la hora de describir el ambiente de barrio, la familia, los amigos, queda un poco edulcorada. El ritmo es bueno, y en ningún momento se te hace pesada o lenta, y las actuaciones, tanto del protagonista como de padres y abuelos (extraordinarios Judi Dench y Ciarán Hinds), convincentes. La única que desentona en el conjunto es la madre, Caitriona Balfe, no porque lo haga mal (en absoluto), sino porque esa mujer rezuma clase y estilo por todos los poros, y choca en esa zona proletaria.
La fotografía en blanco y negro, con algunos destellos de color, es buena, pero para mí no llega a la elegancia de la de Passing. El diseño y la dirección artística, muy logrados. La música no la entiendo muy bien. Elige a Van Morrison como hilo conductor de la banda sonora, cosa lógica puesto que también es de Belfast, pero mete temas que no existían en aquellos años (1969/70) cuando podía haber recurrido a dos discos espectaculares que sonaban entonces como Astral Weeks y Moondance, o incluso al grupo Them que lideraba el norirlandés. Igual es cuestión de derechos, pero me hubiera encantado escuchar Cyprus Avenue, Sweet Thing o Come Running, canciones que casan a la perfección con la historia que cuenta.
En cuanto a la dirección del conjunto, para ser Branagh se puede decir que es contenida, limitándose a describir la situación sin tomar partido por nadie ni exagerar lo que entonces era un mundo mucho más sórdido que lo que se ve. La nostalgia es lo que tiene.