Lo que resulta más llamativo de este interminable debate es que probablemente algunos de los que defienden a los propietarios de los derechos argumentando aventuradas conjeturas acerca de los muchos títulos que se editarían legalmente si no existieran empresas con prácticas legalmente dudosas, no opinaran lo mismo acerca de las descargas ilegales a través de internet, de sus montajes caseros y del intercambio de archivos en webs dedicadas a ello.
Si hay apropiación indebida, la hay en ambos casos. Y me parece que, si se evaluase el número de descargas y de copias ilegales vendidas, ganarían las primeras por mucho margen. De hecho, las grandes compañías no señalaban como causa de sus pérdidas y de su desinterés por la comercialización de las copias físicas a empresas editoras como las que mencionamos, sino a la piratería masiva en internet.